(Necesitarás un palillo, un clavo y un trozo de hilo.) Samuel era un niño cristiano. Amaba a Jesús pero tenía una debilidad: sus vecinos siempre lo convencían de portarse mal.
La mamá de Samuel comenzó a notar que mentía y decía palabras feas, como las de sus amigos. Así que un día decidió hablar con él. —Recuerda que tú eres un niño diferente, porque conoces a Jesús. Tú tienes que influir en ellos para que sean buenos.
—¡Pero es muy difícil! —respondió Samuel—. Se burlarían de mí.
—Tienes que pedir a Jesús que te ayude —concluyó la mamá.
Ese día, Samuel pidió a Jesus su compañía y fortaleza, para que la siguiente vez que sus amigos dijeran malas palabras o mintieran, él no los imitara, sino que pudiera hablar con ellos para que cambiaran.
¿Te ha pasado lo mismo? Nosotros somos como este palillo (muestre el palillo), débiles y frágiles (rompa un pedazo del palillo).
Satanás utiliza a los malos amigos para que influyan en nosotros y así desobedezcamos a Dios, Pero si pedimos ayuda a Jesus, que es como este clavo (muestre el clavo), fuerte y poderoso, él nos ayudará, nos acompanará siempre (ate el clavo al palillo), y así no cederemos ante las tentaciones, porque Jesus nos dará la fuerza para vencer (trate de romper el clavo)
Recuerda que la clave es pedirle a Jesús que esté contigo.
HABLA CON JESÚS:
Querido Jesús, acompáñame siempre y hazme fuerte como tú. Amén.