«Bienaventurado el hombre que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman». Santiago 1: 12.
EL OTOÑO SE VA. Aquí, en los Estados Unidos, el invierno llegó. Los copos de nieve ya empiezan a caer, como encantadoras motitas de algodón. Pero lo que me impresiona es la resistencia de las hojas ante el frío destructor. No mueren sin luchar. Su lucha es una explosión de maravillosos colores: verde, amarillo, rojo, anaranjado, en fin… como si un pintor hubiera pasado por la naturaleza derrochando todo su arte. Las hojas mueren resistiendo hasta el fin. Mueren la gloriosa muerte de los que no están conformes con su situación.
Mueren derramando la última gota de vida, para alegría de quienes están cerca. Si las hojas fueran gente, la bienaventuranza de hoy sería para ellas. Soportan los vendavales del invierno hasta la muerte. Su corona de vida es el festival colorido de su muerte.
Dios jamás habría presentado esta bienaventuranza si la victoria sobre el pecado no estuviera segura. Al morir Jesús en la cruz y al resucitar el tercer día, clavó la estocada fatal en el mismo corazón del enemigo de las almas.
Satanás es hoy un enemigo derrotado, agonizante… gimiendo los estertores de la muerte. No tiene más derecho de vencer a nadie; no puede poner condiciones. Todo lo que puede hacer es tentarte; pero no puede obligarte a ceder. Si caes es porque, de alguna manera, decidiste caer. Si hay algo que el enemigo no puede hacer es obligarte a hacer lo que no quieres. Haz como las hojas: resiste. No estás solo. Cuando caes de rodillas, Dios envía millares de ángeles para auxiliarte. La batalla es dura, pero la victoria es segura.
Hoy puede ser el día de victoria que tanto esperabas; hoy puedes levantarte de las cenizas. Camina por la vida sin temor; levanta la frente en alto. Tu ene migo está a tus pies. La hora final le llegó. ¡Hoy es tu oportunidad! Sal en el nombre de Jesús, y enfrenta todo lo que venga por delante sabiendo que a tu lado marcha Alguien que no conoce la derrota. Y no te olvides: «Bienaventurado el hombre que soporta la tentación, porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida que Dios ha prometido a los que lo aman».