«Pero el Señor le dijo: “No te fijes en su apariencia ni en su elevada estatura, pues yo lo he rechazado. No se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón”» (1 Samuel 16: 7).
«Tus ojos vieron mi cuerpo en formación; todo eso estaba escrito en tu libro. Habías señalado los días de mi vida cuando aún no existía ninguno de ellos» (Salmo 139: 16).
«Así pues, acéptense los unos a los otros, como también Cristo los aceptó a ustedes, para gloria de Dios»
(Romanos 15: 7).
«Ustedes antes eran extranjeros y enemigos de Dios en sus corazones, por las cosas malas que hacían, pero ahora Cristo los ha reconciliado mediante la muerte que sufrió en su
existencia terrena. Y lo hizo para tenerlos a ustedes en su presencia, santos, sin mancha y sin culpa. Pero para esto deben permanecer firmemente basados en la fe, sin apartarse
de la esperanza que tienen por el mensaje del evangelio que oyeron.Este es el mensaje que se ha anunciado en todas partes del mundo, y que yo, Pablo, ayudo a predicar»
(Colosenses 1: 21-23).
En vez de contemplar el aspecto externo de las personas, debemos mirar dentro de ellas y procurar ver sus corazones y su belleza interior. Con mucha frecuencia emitimos juicio sobre las personas basados en su apariencia externa.
¿Pero cómo conocer sus corazones si solo vemos lo externo? Todos tenemos fallas, pero gracias a Jesús podemos ser salvos a pesar de ser pecadores.
Lee parte del Evangelio esta semana en tus devociones diarias, y trata de hallar más ejemplos en la Biblia de cómo Jesús aceptó a otros, a los cuales muchos considerarían como pecadores e indignos.