“Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 Ped. 1:5-7).
Lee Para el Estudio de esta Semana: 2 Pedro 1:1-15; Efesios 2:8; Romanos 5:3-5; Hebreos 10:38; Romanos 6:11; 1 Corintios 15:12-57.
Una de las cosas sorprendentes del Nuevo Testamento es cuánta verdad puede “apiñarse” en una cantidad muy limitada de espacio. Tomemos la lección de esta semana, que cubre 2 Pedro 1:1 al 14. En estos 14 versículos, Pedro nos enseña acerca de la justificación por la fe. Luego, aborda lo que puede hacer el poder de Dios en las vidas de aquellos que se han entregado a Jesús.
Luego, habla acerca de la maravillosa verdad de que podemos ser “participantes de la naturaleza divina” (2 Ped. 1:4) y que podemos ser libres de la corrupción y la lujuria del mundo.
De hecho, aquí tenemos no solamente un catálogo de virtudes cristianas, sino que Pedro las presenta en un orden específico. Una sigue a la otra, que sigue a la otra, y así sucesivamente hasta que llegan al clímax de la más importante de todas.
También escribe acerca de la realidad de lo que significa estar en Cristo y experimentar la “purificación” (2 Ped. 1:9) de nuestros antiguos pecados, y luego incluso introduce la idea de la seguridad de la salvación, la promesa de la vida eterna “en el reino eterno” (2 Ped. 1:11) del Señor.
Y, por último, hasta encontramos un pequeño discurso sobre el tema crucial del estado de los muertos. ¡Qué cantidad de verdad rica y profunda en solamente 14 versículos!