«Reconócelo en todos tus caminos y él hará derechas tus veredas» (Proverbios 3: 6).
Siendo una joven profesional del cuidado de los ojos en 1981, soñaba con ir a diferentes lugares para ayudar a la gente a ver mejor. Sin embargo, dos años más tarde, a consecuencia de una pérdida personal, llegué a los Estados Unidos,
Lejos de casa por primera vez, estaba triste y nostálgica. No sabía lo que la vida tenía reservado para mí en aquel momento. Reclamé la promesa de Dios: «Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz y no de mal, para daros el fin que esperáis» (Jer. 29: 11). Quería confiar en mi Padre celestial completamente; después de todo, él sabe qué es mejor para mí.
Años después, mientras trabajaba en Texas, me enteré del programa internacional El don de la vista, una organización que ofrece lentes de lectura a personas de zonas rurales de países subdesarrollados. Para mi felicidad, me seleccionaron como una de las veintiséis personas que participarían de un viaje misionero de dos semanas a Bolivia.
Volamos desde Miami hasta Sucre. Pero para mi desgracia, mi maleta nunca llegó a destino. No obstante, yo era parte del grupo que ayudaba a miles de personas a ver mejor con lentes, así tuviera que sobrevivir dos semanas solo con lo que había traído en mi equipaje de mano. ¡Dios había hecho realidad mi sueño de hacía mucho tiempo!
Posteriormente, formé parte de otras misiones a República Dominicana, El Salvador, Ecuador y Filipinas. Ya que mi esposo comparte mis creencias y apoya mis sueños y deseos en la vida, estoy disfrutando de una jubilación anticipada. Esto me permite participar en viajes misioneros. Mi esposo ha estado conmigo en varios viajes a las Filipinas, lo que le ha dado un mayor significado a nuestra relación, ya que podemos compartir las bendiciones de Dios con los demás y ayudar a mucha gente a ver mejor.
¿Qué sueños tienes para honrar a Dios y ayudar a tu prójimo? Habla con Dios sobre ellos. Luego mira cómo, hasta en momentos de decepción personal, él cumple tus sueños en su debido momento y lugar.
No te desanimes si las cosas no salen como esperas. Él ha prometido: «A los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados» (Rom. 8: 28). Tus propósitos y sueños son importantes para Dios.