«Cuando el Hijo del Hombre regrese, será como en los días de Noé» (Mateo 24:37, NTV).
El 22 de Mayo de 1908, los hermanos Wright conseguían la patente número 821,393 por su «máquina de volar». En 1905, terminaron el avión que intentaban vender a países interesados como Francia, Inglaterra y los Estados Unidos.
Desde niños, los hermanos Wilbur y Orville Wright sintieron fascinación por el funcionamiento mecánico de las cosas. Sus juguetes eran un giroscopio, una vieja máquina de coser y un pequeño juguete semejante a un helicóptero. En su adolescencia, fabricaron un torno sofisticado y una máquina para doblar periódicos.
Fueron impresores de periódicos y fabricantes de bicicletas, el boom del momento. Pronto, volcaron su inventiva a la aeronáutica, que les atraía profundamente. Sin estudios universitarios, eran autodidactas y tenían mentalidad científica. Sus estudios personales exhaustivos los convirtieron en expertos en aeronáutica.Hicieron pruebas con un planeador que construyeron, pero era dificultoso de maniobrar. Entonces, estudiaron la aerodinámica de los pájaros, para replicar su maniobrabilidad. Comprendieron que el ángulo de las alas del planeador estaba errado, dato que habían tomado de investigaciones expertas. Necesitaron ellos mismos experimentar, y diseñaron un túnel de viento en su fábrica de bicicletas. A partir de allí, todo se simplificó, y entre 1903 y 1905 perfeccionaron su aeroplano.
Recién cuando Wilburg sobrevoló sobre una muchedumbre en Francia, en 1908, se reconocieron los logros de los hermanos Wright. Nadie creía que fuera posible volar con una máquina más pesada que el aire.
Siendo de perfil bajo, no concebían que esos dos «ermitaños» fueran capaces de ir contra toda lógica y experiencia humanas. Pero lo lograron, y ahora nos parece totalmente normal realizar vuelos trasatlánticos en aviones con cientos de pasajeros. Así le sucedió a Noé. Cuando construyó el arca por pedido de Dios, porque sobrevendría un diluvio, nadie le creyó, pues hasta entonces ni siquiera la lluvia existía; un vapor semejante al rocío sobre la tierra llevaba humedad a las plantas, pero nunca llovía.
Con cada martillazo y cada viga colocada, los antediluvianos le recordaban que estaba loco. Pero, él fue fiel al mandato divino. Finalmente, solo él y su familia fueron salvos.
Hoy, cuando proclamamos el final de la historia terrena por el pronto regreso de Cristo, muchos nos tildan de locos, extremistas, fanáticos, etc. Pero Jesús mismo dijo que los días previos a su segunda venida serían como los días de Noé. Sigue predicando sin que te afecte la opinión ajena. Cristo prometió que muy pronto volverá, ¡y así lo hará!