El sitio era una táctica de guerra muy popular en los días de las ciudades amuralladas. Simplemente ubicabas al ejército afuera de la ciudad enemiga y esperabas a que se rindieran o se le acabaran los alimentos. Este era el plan de Senaquerib para conquistar la ciudad de Jerusalén. Por supuesto, si tú eras el que esperaba afuera de la ciudad, tus soldados se podrían aburrir, enfermar o simplemente alejarse por la falta de acción. Así que el ejército atacante hacía cuanto estuviera en su poder para que el efecto del sitio se acelerara. Esto incluía enviar mensajes para debilitar la moral de los que estaban dentro de los muros. El mensaje de Senaquerib al pueblo de Jerusalén acertó en el mismo corazón de su esperanza, es decir, la fe de Ezequías en Dios. ¿Qué les recordó Senaquerib a los judíos para hacer que se debilitara su fe?
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Los ejércitos asirios habían experimentado un éxito inmenso. Ninguno de los dioses de las naciones que habían conquistado pudieron con ellos. Pero el Dios de Israel no se parecía a los otros dioses. Él era verdadero, estaba listo y tenía la capacidad de defender a su pueblo.