Carísimos, no os maravilléis cuando sois examinados por juego, lo cual se hace para vuestra prueba, como si alguna cosa peregrina os aconteciese; antes bien gozaos en que sois participantes de las aflicciones de Cristo; para que también en la revelación de su gloria os gocéis en triunfo. (1 Pedro 4:12-13)
Una tarde cierto señor que se sentía profundamente deprimido a causa de una grave
aflicción, iba caminando por un jardín, cuando advirtió un granado que tenía el tronco casi
totalmente cortado. Asombrado, le preguntó al jardinero a qué se debía eso, y este último le
dio una respuesta que explicó a satisfacción las heridas de su propio corazón dolorido; dijo
así: «Señor, este árbol solía criar tanta fronda, que no daba más que hojas. Me vi obligado a
cortarlo de esta manera; y cuando lo partí casi del todo, empezó a dar fruto».
Nuestros pesares no surgen de la tierra. Con cada aflicción Dios persigue un
propósito para nuestro bien. Cada golpe que destruye un ídolo, cada medida providencial
que debilita nuestro apego a la tierra y fija nuestros afectos con más firmeza en Dios, es una
bendición. La poda puede ser dolorosa por un tiempo, pero más tarde dará «fruto apacible.,
de justicia.» Debemos recibir con gratitud cualquier golpe que despierte la conciencia, eleve
los pensamientos, y ennoblezca la vida. Las ramas estériles son cortadas y arrojadas al
fuego. Agradezcamos a Dios porque merced a la dolorosa poda podemos mantenernos en
relación con la Vid viviente; porque si sufrimos con Cristo, también reinaremos con él. La
aflicción misma que pone a prueba nuestra fe con mayor intensidad y que nos hace creer
que Dios nos ha abandonado, tiene el propósito de acercarnos más a él, para que podamos
depositar todas nuestras cargas a los pies de Cristo y experimentar la paz que él nos dará a
cambio de ellas… Dios ama al más débil de sus seres creados y lo protege; no hay peor
forma de deshonrarlo que dudando de su amor por nosotros. ¡Ah, cultivemos la fe viva que
nos hará confiar en el Señor en la hora de aflicción y tinieblas!
(RH, 10-04-1894)