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Joás tenía siete años cuando ascendió al trono, y reinó en Jerusalén cuarenta años… Joás hizo lo que agradaba al Señor. 2 Crónicas 24:1, 2, NVI.
Ana Hassiel Mamani López nació en Cochabamba, Bolivia. Cuando tenía tres años se interesó en una biblia de colportaje llamada: “El Maravilloso Mundo de la Biblia para los Niños”. Aunque no podía leerla, me pidió que le comprara una. Cada día llevaba su Biblia con ella y le pedía a su mamá que le contara las historias. Mientras más las escuchaba, Ana gustaba más y más de su Biblia. La llevaba consigo a todas partes.
Un día, Ana fue a una fiesta de cumpleaños, y como de costumbre, llevó su Biblia consigo. Durante Ia fiesta se la mostró a la cumpleañera, Anita. A esta pequeña también le gustó mucho la Biblia y le pidió a su madre que le comprara una a ella también. Su mamá le compró una, y Anita, imitando a su amiga, también la llevaba a la escuela.
A todos los niños les encantó la Biblia, y le pidieron a la maestra que les consiguiera biblias. Tanto rogaron, que la maestra reunió a los padres y les dijo que, dado el interés de sus hijos, ella estaba pensando usar esa Biblia para las clases de religión. Los padres estuvieron de acuerdo, y la maestra hizo un pedido de 20 biblias para sus alumnos. Una semana después, Anita y su mamá fueron a la escuela a entregar las biblias, junto con varios números de la revista “Mis Amigos” y libros misioneros.
Hoy, Ana tiene siete años. Sabe leer y escribir. Cada mañana y en las vacaciones sale a colportar con su mamá. Su deseo es un día ser colportora, porque a pesar de su tierna edad entiende el mensaje de Elena de White: «La obra del colportaje, debidamente practicada, es obra misionera del más alto orden, y es un método tan bueno y de tanto éxito como cualquiera que se pueda emplear para presentar a la gente las verdades importantes para este tiempo» (El colportor evangélico, p. 7).
No hay una edad, raza, talla o cultura «adecuada» para colportar. Todos pueden hacer este trabajo, y hay muchas estrategias para presentar el mensaje mediante las publicaciones. Bajo divina inspiración, la sierva del Señor escribió: “La mejor educación que los jóvenes pueden obtener la lograrán entrando en el campo del colportaje y trabajando de casa en casa. En esta labor hallarán la oportunidad de hablar las palabras de vida» (El colportor evangélico. p. 34).
Gualberto Mamani, Bolivia
Tomado de: Matinal para Colportores 2015
«Encuentros con la gracia de Dios»
Compilado por Howard Faigao