viernes , 18 abril 2025
Matinal Para Colportores

Ganar más que Dinero

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Pero las otras semillas cayeron en buen terreno. Brotaron, crecieron y produjeron una cosecha que rindió el treinta, el sesenta y hasta el ciento por uno. Marcos 4:8, NVI.

Fui una colportora estudiante en el norte del estado de Nueva York el verano anterior a mi segundo año en la universidad. Mis ventas eran mayormente de libros de tapa dura que llevaba conmigo en un maletín fuerte y seguro. Reconozco que me entusiasmaba vender colecciones completas, como “Las Bellas Historias de la Biblia”, de Arthur Maxwell. También presentaba versiones en tapa blanda de “El Camino a Cristo”, “El Conflicto de los Siglos”, y “El Deseado de Todas las Gentes”, a quienes no podían pagar los libros más grandes. Trataba de dejar algo en cada casa, aunque no compraran nada.

Un día, les presenté mis libros a algunas familias menonitas. Una mujer vestida con mucha simpleza compró un ejemplar de “El Ministerio de Curación”. Tiempo después pasé por ese valle nuevamente y decidí detenerme allí. Para mi sorpresa, al estacionarme frente a su vivienda, Ia misma mujer salió corriendo de Ia casa y apenas abrí la puerta exclamó: “¿Quién es la autora del libro que me vendiste? ¡Tiene que ser profeta! Solo un profeta podría escribir así”. ¡Increíble!

Otro día, un hombre de mediana edad me atendió en su casa. Luego de presentarme y contarle lo que estaba haciendo, no perdió un minuto en preguntarme: “Si Dios es tan amante, ¿por qué permitió que Jesús muriera en la cruz?” Le conté sobre el desafío que Satanás le hizo a Dios, la guerra en el cielo, y el propio sufrimiento de Dios ante la crucifixión de su único hijo. Cuando le dije que los ángeles observaban, llenos de dolor, la verdadera naturaleza del desafío de Satanás y sus consecuencias, el hombre tenía lágrimas en sus ojos. Estaba viendo el amor de Dios desde una nueva perspectiva.

Cuando volví a la universidad en el otoño, había ganado suficiente dinero para pagar mis estudios de todo el año. ¡Qué bendición! Hoy, muchos años después, todavía recuerdo y oro muchas veces por las personas que ese verano compraron mis libros y por el hombre que escuchó derramando lágrimas mientras le describía el amor de Dios. Oro para que la buena semilla plantada continúe creciendo y fructifique en los corazones de las personas que conocí.
Ese verano gané mucho más que dinero para pagar mis estudios. Desarrollé habilidades de comunicación, perseverancia, y un profundo deseo de compartir el amor de Dios con otros. El colportaje es un ministerio planeado y dirigido por Dios, que provee muchas oportunidades para diseminar y encontrar la gracia de Dios mientras esparcimos el evangelio.

Lisa M. Beardsley-Hardy, Estados Unidos

Tomado de: Matinal para Colportores 2015
«Encuentros con la gracia de Dios»
Compilado por Howard Faigao

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