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Experimenta: A Dios le agradan las personas honradas. A mi también. ¿A ti?
Compré el pastel para la celebración de los niños en la iglesia, me subí al auto y conduje hasta mi casa. Por fin había llegado el fin de semana. El domingo tuvimos algunas ocupaciones, así que dicidimos no salir. Luego llegó el lunes. Sonó el teléfono a media mañana. Una señorita, a quien llamaré Diana, preguntaba por mí.
Amablemente, tomé la llamada y pregunté si podía ayudarla en algo. Diana me contestó que estudiaba en la universidad adventista de la ciudad; me había visto en varias ocasiones en la iglesia. Agregó:
-Disculpe, hermana, ¿no le falta algo?
Su pregunta me sorprendió. Con seguridad le contesté que no. Pero ella insistió:
-Hermana, ¿está usted segura de que no ha perdido algo en los útlimos días?
Entonces empecé a dudar. No recordaba haber perdido algo. Diana me dijo que tenía algo mío y pensaba que era muy importante. Lo había encontrado tirado a la mitad de la banquina, frente a una pastelería el viernes anterior. ¡Tenía mi cartera! ¡Yo ni cuenta me había dado de que la había perdido!
Me contó que, al abrirla, vio mi identificación y me reconoció en la foto. Pero la dirección correspondía a otra ciudad, así que esperó al lunes para preguntar en la universidad si alguien tenía mi número telefónico. Así fue como me contactó. Fui hasta su casa a recoger mi cartera. Todo estaba ahí: mi dinero, mis identificaciones, ¡todo! ¡A eso se le llama honradez!
Diana tenía problemas económicos para pagar la universidad. Pudo quedarse con lo que había en mi cartera, pero ella sabe cuánto arpecia Dios a quienes son honrados.
Agradezco a Dios por las personas como Diana. El Señor la escogió entre una multitud en la ciudad para que encontrara mi cartera. Sé que él ha multiplicado en su vida lo que no robó de mi cartera.
«Si no se portan honradamente con lo ajeno, ¿quién les dará lo que les pertenece?» (Lucas 16:12)
Tomado de:
Lecturas Devocionales
para Menores 2015
“Ciencia divertida
para cada día”
Por: Yaqueline Tello Ayala