Matinal Para Damas 2015 Para el: 07 noviembre
Jehová reina; regocíjese la tierra, alégrense las muchas costas. Salmo 97:1
El ser humano es propenso a olvidarse de Dios cuando todo marcha bien. Lo buscamos solo esporádicamente, por eso nuestra relación carece de ese sentido de entrega que se forja en los momentos de necesidad. Descuidamos la búsqueda de 1a luz, pensando que ya hemos sido favorecidos por ella y, así, abandonamos la fe y olvidamos que nuestra felicidad reside en una continua dependencia de Dios.
Es tan frágil la vida, tan impredecible el diario vivir del hombre, que olvidarse de Dios en los momentos de dicha solo puede significar un tormentoso camino en tiempos de prueba. Es en los momentos de alegría cuando más cerca de Dios deberíamos estar. El alma que conoce a Dios en su dicha se aferrará a Dios como su Roca de salvación en la dificultad. Pero no suele ocurrir así y, tal como una planta rebelde o enfermiza, la poda espiritual llega a sernos necesaria.
El hombre aprende a amar a Dios en su dolor; aprende a aferrarse del brazo de la fe cuando las lágrimas empañan el alma y la angustia lo deja solo, en medio de la tierra, ante su Creador. La disciplina no debe confundirse con un castigo emanado de la dureza del corazón de Dios. La disciplina del Señor, tal como la poda del jardinero, es una respuesta de su amor por nosotros. Y su deseo es que seamos felices, que dejemos aquel pecado que nos enferma y nos aparta de la luz, que rejuvenezcamos, que nos despojemos de aquellos viejos andrajos de nuestro desvencijado “yo”, que emprendamos un nuevo camino hacia el cielo junto a él.
Dios recurrirá a las pruebas, a los sufrimientos y a muchas situaciones aparentemente sin salida para traemos, arrepentidos, de regreso a él: “Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna” (Sant. 1:2-4). El resultado de esta disciplina será una fe reforzada, y una renovada relación con Dios, sin mencionar la destrucción del poder que ese pecado en particular tenía sobre nosotros. No le temas a la poda. Confía en tu Jardinero celestial.
Olga Valdivia
Tomado de: Lecturas devocionales para Damas 2015
“Jardines del alma”
Por: Diane de Aguirre
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