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Como son más altos las cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Isaías 55:9.
Había salido de casa temprano, como de costumbre, con el evangelio en mis manos. Mientras hacía visitas, recibí una llamada telefónica del Centro de Salud Pública Pedori, de Tae Ahn, donde nos pidieron que nos encontráramos con ellos a las 14:00. Conduje en dirección a Tae Ahn para llegar a tiempo, pero mi colega y yo hicimos varias visitas en el camino. Cuando llegamos a Tae Ahn, justo antes de las 14:00, sonó el teléfono. Era el director del centro, diciendo: “Lo lamento mucho, pero tenemos que cambiar la cita de las 14:00 en el Centro de Salud para las 17:00 en el centro de Tae Ahn, ¿Está bien?» Por supuesto, aceptamos; pero ya estábamos en Tae Ahn aunque faltaban tres horas para la cita.
Mientras pensábamos que hacer con el tiempo que nos sobraba, el Espíritu Santo nos guio a recordar a la diaconisa Na; así que fuimos hasta su casa. La encontramos sola, leyendo tranquilamente su Biblia, y amablemente nos invitó a pasar. Nuestra conversación se enfocó en temas espirituales, y luego en profecías bíblicas. Enfatizamos las señales de estos tiempos, como terremotos, huracanes, y el tsunami que golpeó Japón con tanta fuerza. Comentamos que estos eventos son llamados de atención para los creyentes, para que compartamos con diligencia el evangelio con un mundo sumergido en el pecado.
De repente, la diaconisa Na dejó la sala. Al volver nos dio un sobre blanco, de salario mensual, que no había abierto todavía. Era el pago por su dedicado trabajo realizado en arduas condiciones durante un mes después del tsunami. Dijo que se había estado preguntando cuál sería la mejor manera de utilizar ese dinero, y nos pidió que con el compráramos libros para compartir el evangelio donde fuera necesario.
Nosotros quedamos sin palabras ante tal regalo y su gran amor por Dios, que la llevó a hacer esta generosa donación. Su ofrenda permitió proveer muchos libros para la escuela de Geun Hung, cerca de su casa: libros para compartir el amor de Dios con el director, el personal, y los alumnos. Creo firmemente que cuando Jesús vuelva habrá personas de la escuela Geun Hung esperándolo. Quiero contar muchas estrellas brillaran en la corona de la diaconisa Na como resultado de su regalo.
Dios tiene mil maneras de usarnos para su obra. ¡Cada día, el trabajo del colportor es una aventura! ¿Qué parte tendrás?.
Eun Soon Jung, Corea del Sur.
Tomado de: Matinal para Colportores 2015
«Encuentros con la gracia de Dios»
Compilado por Howard Faigao