Matinal Para Damas 2015 Para el: 30 octubre
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He aquí que yo les traeré sanidad y medicina; y los curaré, y les revelaré abundancia de paz y de verdad. Jeremías 33:6
Una fría tarde de otoño recibí una llamada de la Clínica Prenatal de la que era paciente. Tenían los resultados del ultrasonido de mi bebé, y habían detectado un quiste aracnoideo. Al recibir la noticia, sentada al lado de mi pequeña Shiannelly Eylen, de dos años y medio, el mundo se me derrumbó.
Tendríamos que esperar un mes para poder hacer otro ultrasonido, ya que el bebé estaría más grande, y se podría realizar un mejor estudio. Después de recibir la noticia, mi esposo, mi hijita y yo oramos. Era lo mejor que podíamos hacer en aquel momento: recurrir a los brazos consoladores y amantes de Cristo Jesús. Derramamos nuestro corazón a Dios y le pedimos que sanara a nuestro bebé, si era su voluntad; y si no, que nos diera la fortaleza para poder continuar la vida. Aceptaríamos su voluntad.
Durante aquel largo mes de espera lo único que me fortalecía era la oración y el pensamiento de que tenemos un Dios misericordioso que cuida de nosotros. Varias veces al día invitábamos a nuestra pequeña Shiannelly a orar por el bebé. Era impresionante y fortalecedor escucharla orar por su hermanita. A su corta edad tenía un concepto claro del amor de Dios, sabía que él nos escuchaba y haría su voluntad.
Tres semanas más tarde celebramos una noche de ayuno y oración en la iglesia local, donde pedimos a Dios sanidad para nuestro bebé.
Finalmente llegó el día del ultrasonido para verificar la condición del bebé. Esperamos conteniendo la respiración. El doctor leyó el resultado: ¡no había ningún quiste! Pregunte por qué los resultados anteriores habían sido interpretados de aquella manera. Nosotros sabíamos en quién habíamos confiado: nuestro Padre Sanador. El 17 de marzo de 2011 nació la pequeña Lianny Kary completamente sana, ¡obra maravillosa de Dios!
Lleva tus cargas a él. Encontrarás la paz y descansarás en sus brazos consoladores. Pronto disfrutaremos de la vida eterna, donde ya no habrá más dolor ni enfermedad. Dios te espera con los brazos abiertos; recibirá tus tristezas y las cambiará en alegrías, de acuerdo a su voluntad. ¡No te desesperes! ¡Acude a él!
Hilda Yesenia Gallardo
Tomado de: Lecturas devocionales para Damas 2015
“Jardines del alma”
Por: Diane de Aguirre
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