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Experimenta: ¿Hay alguna persona a la que te gustaria volver a ver viva? Espera el gran día cuando Jesús la resucite. Ese día pronto llegará y no habrá más muerte, dolor y árboles caídos.
Durante mi adolescencia, nuestra nueva casa era grande y tenía un jardín amplio con un solo árbol que daba flores moradas, pero mis padres querían un árbol frutal, así que el siguiente fin de semana compramos un limonero. Ese mismo día, juntos, en familia, lo plantamos en nuestro jardín. Muy pronto empezó a crecer, dio limones y se convirtió en parte de nuestra vida. Si alguien necesitaba un limón para la bebida del sábado, por ejemplo, extendía la mano y bajaba los que necesitaba.
La familia creció junto a ese limonero. Pero una lluvia torrencial lo derribó. Fue inevitable sentir tristeza, al verlo tirado a lo largo del jardín, vencido por la lluvia porque sus raíces no eran profundas.
La mañana que escribí esta meditación, recibí una llamada de mi mamá. Me dijo que tiene la esperanza de que el limonero retoñe, que vuelva a crecer. En algún tiempo volveremos a disfrutar de sus frutos. Si Dios así lo quiere; si no, pues… habrá que plantar otro y esperar.
Si alguien de tu familia ha fallecido, habrás comprobado que aunque deseas verle en la misma silla de siempre, ya no es posible. Con un árbol nos queda la esperanza de que volverá a retoñar y crecer; con un ser querido, no. Cuando Jesús venga por seguna vez, llamará a los que le hayan entregado su corazón antes de morir. Entonces resucitarán primero. No volverán a morir; vivirán por la eternidad.
«Cuando se corta un árbol, queda aún la esperanza de que retoñe y de que jamás le falten renuevos. Aunque ya esté vieja la raíz y el tronco se esté pudriendo en el suelo,, al sentir la frescura del agua, reverdecerá; echará ramas como una planta tierna. En cambio, el hombre muere sin remedio; y al morir, ¿adónde va?» (Job 14:7-10)
Tomado de:
Lecturas Devocionales
para Menores 2015
“Ciencia divertida
para cada día”
Por: Yaqueline Tello Ayala