Matinal Para Colportores Para el: 13 octubre
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Me es grato darles a conocer las señales y maravillas que el Dios Altísimo ha realizado en mi favor. Daniel 4:2 NVI.
En varias ocasiones, uno de mis hermanos me invitó a unirme al ministerio del colportaje. Finalmente me di cuenta de que era el plan de Dios para mi vida. Ya pasaron dieciséis años desde que el Señor comenzó a usarme en su obra. Cada vez que necesitábamos más libros, debíamos que ir hasta Kiev, y a veces tenía que ir solo; pero siempre sentí el cuidado y la protección de mi amante Salvador.
Un día le estaba hablando del amor de Dios a un hombre mientras me ayudaba a llevar mis pesadas valijas. Él me preguntó: “Dices que tu Dios te ama mucho, pero, ¿por qué te hace llevar cosas tan pesadas?” Entonces se detuvo y contestó su propia pregunta: «Espera un minuto. Te debe amar porque yo nunca le ayudo a nadie, pero por alguna razón decidí ayudarte a ti hoy».
Con el paso del tiempo se abrió una librería en nuestra ciudad. En el centro de la ciudad, donde una calle lleva al mercado y la otra a la estación de colectivos, tenemos una mesa donde mostrarnos nuestros libros.
En otra ocasión vi cómo el Espíritu Santo trabajaba en el corazón de Natasha (seudónimo). Podía ver la lucha entre dos fuerzas supernaturales. Ella había sido criada por su abuelo, un sacerdote de la iglesia ortodoxa, y seguía estrictamente todas sus tradiciones. En su hogar tenía muchas imágenes y algunos elementos como «agua bendita». Cuando su abuelo murió, Natasha comenzó a experimentar agitaciones día y noche. No podía dormir. Les pidió a los sacerdotes que realizaran un servicio para el descanso del muerto. Natasha pensaba que su abuelo la observaba y no le gustaba lo que ella estaba haciendo. También pensaba que las imágenes y los elementos la miraban y la condenaban.
Cuando le dije que los muertos nada saben, le costó creerlo. Tenía muchas dudas. Compró: “Guía para el Estudio de la Biblia” y comenzó a estudiar. Le mostré lo que la Biblia dice acerca de los temas que le interesaban, y le ofrecí libros que pensé serian adecuados para ella. Ella los compró, los leyó, y aceptó la verdad.- Pero con el paso del tiempo las dudas volvieron, y pensó: «¿Puede ser que todo lo que yo creía, y que mi abuelo me había enseñado era mentira?»
Suetlana Beschetnova, Ucrania
Tomado de: Matinal para Colportores 2015
«Encuentros con la gracia de Dios»
Compilado por Howard Faigao
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