La paz os dejo, mi paz os doy… Juan 14:27, NVI.
Un frío día de invierno golpeé la puerta de una casa en la cual estaba pegado el obituario de un hombre que había muerto hacía 25 años. Una anciana abrió la puerta. La saludé y le dije: “Soy un representante de la Casa Publicadora New Life. Me gustaría compartir con usted algunos materiales que pueden darle paz y esperanza». Me invitó a pasar a la sala de su casa, y después de una corta introducción abrí mi maletín y comencé a mostrarle mis libros, explicando en pocas palabras de que se trataba cada uno. A Raina (ese era su nombre) le gustó mi libro favorito, El Deseado de todas las gentes. Mientras lo miraba, yo oraba en silencio: «Querido Señor, veo que esta mujer realmente necesita tu paz. Tú has prometido darnos tu paz. Por favor, Padre, muéstrale cuánto necesita obtener este libro para que puedas animarla con el mensaje».
Unos minutos después, Raina expresó su deseo de comprar El Deseado de todas las gentes. También pidió el libro Para su salud. Al final de la visita, me ofrecí para orar por ella. Cuando aceptó, caí sobre mis rodillas y ore. Esto tocó su corazón y lo abrió para contarme brevemente cómo había sido su vida. Era realmente una mujer solitaria, que todavía hacía el duelo por la pérdida de su esposo, hacía 25 años. No habían tenido hijos. “Vivo sola —me dijo—, y a veces casi no puedo soportarlo más”. Las lágrimas contaban su historia más que sus palabras.
Dos semanas después, la visité de nuevo. Me hizo pasar con una sonrisa y me dijo: «¡Estoy leyendo ese maravilloso libro!” Se refería a El Deseado de todas las gentes. Comenzamos estudios bíblicos.
Un año después me encontraba en la orilla del río Danubio mirando a nuestro pastor entrar al agua y tomarle la mano a una anciana que también entraba al agua lentamente. Escuché la clara voz del pastor cuando dijo: «Mi querida hermana Raina, por tu fe en el Señor Jesús, te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo». ¡Cuánta emoción! Dios había bendecido mi ministerio, y Raina estaba en paz.
Elena de White dijo, “La obra del colportaje, debidamente practicada, es obra misionera del más alto nivel» (Testimonios para la iglesia, t.6. p. 315). Tengo el honor de ser parte de ese cuerpo de misioneros.
Rostislav Magerov, Bulgaria
Tomado de: Matinal para Colportores 2015
«Encuentros con la gracia de Dios»
Compilado por Howard Faigao