Matinal Para Colportores Para el: 30 octubre
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Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. Hechos 5:29.
Mi nombre es Vladimir y vivo en el Cáucaso. Solía vivir de acuerdo con las tradiciones y costumbres de los osetios: adorar a dioses, ángeles, lugares sagrados y santuarios paganos. Desde mi niñez sufrí de asma, y aunque oré por sanidad, la enfermedad empeoró. A los 28 años me casé, y un año después nació nuestro primer hijo. Mientras tanto, mi salud continuaba empeorando, así que decidí bautizarme en la Iglesia Ortodoxa. Poco después de eso, los médicos descubrieron que tenía hepatitis C. Tuve que dejar de trabajar, y con el tiempo ni siquiera pude levantarme de mi cama.
Un día, un colportor llamado Alexey llegó a nuestra casa y me mostró algunos libros religiosos. Le compré dos: Las grandes profecías de la Biblia, y El encanto de la superstición. Alexey me visitó muchas veces y hablamos de verdades bíblicas y de las diferencias entre algunas denominaciones. El me animó a dejar la Iglesia Ortodoxa y unirme a su iglesia. Le dije que se fuera de mi casa y no volviera nunca más. Después me sentí mal y confesé mi pecado ante el sacerdote ortodoxo. También le pedí al Señor que cambiara mi vida. Dios oyó mis oraciones. Comencé a sentirme mejor, y pude dejar la cama: a veces, incluso, fui a la iglesia.
Alexey, por su parte, no me hizo caso y volvió a visitarme varias veces. Aprendí acerca del sábado y el segundo mandamiento. Entendí la diferencia entre alimentos puros e impuros. Le pedí al sacerdote ortodoxo que me explicara lo que estaba aprendiendo, pero sus respuestas no me satisficieron y el comenzó a evadirme. Luego de esto tomé la difícil decisión de dejar la Iglesia Ortodoxa. Mis amigos y familia me advirtieron, me reprendieron, y hasta se rieron de mí, pero yo lo ignoré.
Decidí bautizarme en la Iglesia Adventista y comencé a seguir las prácticas de diezmar y llevar una vida saludable. Hace ocho años pude dejar de tomar medicina para el asma. Todavía tengo hepatitis C, pero creo que la enfermedad está bajo el control de Dios. Mi esposa, Yana, nuestro hijo Rustam, mi madre, mi suegra y mi cuñada fueron bautizados. Ahora esperamos que mi hijo menor, Aslan se bautice.
Le agradezco al Señor por esos dos libros maravillosos que me ensenaron como obedecer a Dios y le agradezco por Alexey, el colportor comprensivo y persistente, por poner mis pies en el camino de la verdad.
Como fue relatado por Alexey Fesik, Rusia
Tomado de: Matinal para Colportores 2015
«Encuentros con la gracia de Dios»
Compilado por Howard Faigao
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