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Entonces el Señor le respondió: Ve por los caminos y las veredas, y oblígalos a entrar, para que se llene mi casa. Lucas M223, NVI.
Así como el apóstol Pablo escuchó el llamado para ir a Macedonia, yo sentí el llamado de llevar almas perdidas al Señor. Como nuevo creyente, mi respuesta era: «Señor, ¿cómo puedo responder a este llamado?» Dios me inspiró a convertirme en colportor, y Nigel Lake, un veterano en el ministerio de las publicaciones, me enseñó cómo pelear la buena batalla.
Luego de algunos meses de colportaje, comenzamos a organizar una campaña evangelística en Jonestown. En los meses previos a la campaña, comenzamos a orar fervientemente y a golpear puertas. Un estudio había revelado que la región abundaba en uso y tráfico de drogas y prostitución. La gente era extremadamente pobre, la zona vasta pero escasamente poblada, Jonestown era tierra seca. Nadie había trabajado allí los últimos diez años. Sin embargo, las personas que vivían en ese lugar también necesitaban escuchar las advertencias de Dios antes de su segunda venida.
Generalmente, cuando Dios quiere hacer algo grande con su pueblo, el enemigo trata de debilitar nuestra fe. En este caso, había pocos obreros, y el territorio era difícil. Sin embargo, nos rehusamos a desanimarnos. Oramos continuamente, y Dios nos dio el valor para seguir adelante preparando el terreno hasta dos horas antes de la primera reunión vespertina. Fue entonces cuando comenzó la lluvia. ¡El enemigo no había terminado! Los cielos dejaron caer lluvia con furia alarmante, pero ninguna cantidad de lluvia podía detener a colportores comprometidos y firmes en oración. Luego de cantar nuestro canto lema «juntos alabaremos al Señor», se presentó la verdad.
Durante esos días continuamos visitando a las personas en sus casas y orando con muchas de ellas. Al final, 31 preciosas almas entregaron su vida a Jesús mediante el bautismo. También muchos que se habían alejado del Señor se reavivaron y volvieron a su primer amor: Jesús. El Espíritu Santo había derramado lluvias de bendiciones en las almas sedientas de los hijos de Dios en Jonestown.
Como colportor, trabajar para y con el Señor es una alegría y un privilegio, El texto de la meditación de hoy nos recuerda a todos los colportores que Dios ha puesto frente a nosotros una puerta abierta. Avancemos con oración para que, por la gracia de Dios, las personas que andan lejos de Cristo experimenten lluvias de bendiciones espirituales en su vida. Con seguridad, las lluvias también caerán sobre nosotros.
Mark Glasgow, Guyana
Tomado de: Matinal para Colportores 2015
«Encuentros con la gracia de Dios»
Compilado por Howard Faigao