He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo. Apocalipsis 3:20
Teníamos problemas con nuestra hija para que mantuviera su cuarto ordenado. Una y otra vez habíamos conversado con ella sobre el asunto. Cansados de no obtener ningún resultado, mi esposo le dijo que si no lo ordenaba para el viernes, le quitaría la puerta a su cuarto. Desde muy pequeña tuvo una habitación para ella sola, y al escuchar esto protestó, pues ese era su espacio privado.
Mientras ella fue pequeña, lo mantuvo limpio. Tenía un juego de cuarto de princesa, y era muy celosa en mantenerlo impecable; no dejaba que nadie se sentara en la cama. Tenía una cocinita con muchas comiditas; jugaba con todo y no salía de allí sin antes dejar todo ordenado. Pero al entrar en la adolescencia, cambiaron sus prioridades.
Ese viernes anunció que lo había limpiado, pero cuando inspeccioné, descubrí que había puesto todo debajo de la cama. Y mi esposo cumplió su promesa. Ella se sintió mal, pero siguió terca en no recoger sus cosas. Finalmente cambió su actitud, y lo ordenó, para recuperar su privacidad tuvo que tomar una decisión.
¿Será que nosotras también somos tercas y no queremos ordenar nuestro corazón? Dios nos ha hablado una y otra vez, y nos ha hecho entender que él nos hizo libres. Depende de nosotras manejar sabiamente este privilegio. Él quiere tomar la basura del pecado y tirarla donde nunca más nos acordemos de ella. Cualquiera sea tu carga de pecado, entrégasela a Jesús. Él es paciente y espera.
¿O acaso estás esperando que él te quite la puerta? No pongas tu basura en un rincón de tu corazón; recuerda que eso tendrá consecuencias. Cualquier pecado, pequeño o grande, el Señor está dispuesto a perdonarlo. Él quiere darte un corazón nuevo. Está dispuesto a tocar la puerta de tu corazón vez tras vez, tantas veces como sea necesario, pues él no se rinde. Tampoco lo hagas tú; solo toma la decisión, invítalo a morar en tu corazón y déjalo hacer su obra.
Señor, ayúdame a limpiar mi corazón, para que sea puro y tú puedas morar en él.
Alina Careaga.
Tomado de: Lecturas devocionales para Damas 2015
“Jardines del Alma”
Por: Diane de Aguirre