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Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones. Jeremías 1:5, NVI.
Muchas veces me he sentido desalentado pensando que no duraría como colportor, pero parece que Dios quiere que realice esta labor. Los días que estoy desanimado, Dios me regala experiencias de vidas transformadas como resultado de mi trabajo. A veces me pregunto: «¿Será que Dios me mantiene como colportor por estas personas?» Creo que sí, pero estoy totalmente convencido de que Dios también me mantiene en el ministerio del colportaje para prepararme para el cielo.
Dios quiere que cada uno de nosotros sea salvo; y mientras nuestras mentes están ocupadas en su trabajo, recibimos sanidad espiritual. El trabajo del colportaje no es solo una actividad comercial, sino un trabajo misionero del más alto nivel, que Dios utiliza para prepararnos para su reino, a nosotros y aquellos con quienes entramos en contacto.
Un día golpeé la puerta de una mansión, una mujer muy educada, llamada Mercedes, me invito a pasar. Durante la conversación, me contó que trabajaba como pastora de la Unión Ecuménica de Iglesias. Yo, siendo joven, me alarmé. Me pregunto a qué iglesia pertenecía, y cuando le contesté, me preguntó si la Iglesia Adventista del Séptimo Día era parte de la Unión Ecuménica. Le respondí que no sabía, pero creía que no. Mercedes tomó una lista para verificar, pero no encontró la Iglesia Adventista allí. Tuvimos una conversación interesante, y al prepararme para irme, le di un ejemplar de El conflicto de los siglos.
«¡Qué visita!» “pensé al cerrar la puerta tras de mí. Oré y me dirigí a la siguiente casa.
Tres meses después recibí una llamada telefónica: “Patric, habla Mercedes. Leí el libro que me dejaste. Deseo comprar otro ejemplar para dárselo al sacerdote de la parroquia. Quiero que él también lea este libro».
A través de esta experiencia, y de otras, Dios me ha mostrado que me está usando para alcanzar a personas que lo buscan, y en el proceso, también para fortalecer mi fe.
Recordemos que al servir al Señor, él nos hace objetos de su amor y su cuidado, así como a las personas por las que nosotros trabajamos cada día.
Patric J. Rosa. Brasil
Tomado de: Matinal para Colportores 2015
«Encuentros con la gracia de Dios»
Compilado por Howard Faigao
