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Busqué a Jehová, y él me oyó, y me libró de todos mis temores. Salmo 34:4
El 26 de octubre de 2007 fui a hacerme una mamografía de control, y me detectaron un cáncer de mama. A pesar de que todo sucedió tan rápido, pude ver la mano protectora de mi Dios. A la semana siguiente, el 2 de noviembre de 2007, fui intervenida quirúrgicamente. Maravillosamente, fue la única operación realizada ese día. Siguieron los tratamientos de quimioterapia y radioterapia.
Antes de cada tratamiento, elevaba una oración a mi Dios y le decía: “Señor, destruye lo malo y cuida mis células buenas”. Siempre pude sentir el cuidado maravilloso de Dios, porque aunque los tratamientos eran fuertes, mi cuerpo no se debilitó. Muchas veces me había dicho a mí misma: el día que me digan que tengo cáncer, me muero; pero cuando esto me sucedió, el Señor me fortaleció y llenó mi vida de nuevas esperanzas.
Agradezco a todos los hermanos que elevaron una oración por mí, a mi familia que siempre me apoyó, y a mi pequeña iglesia de Escobal que siempre mantiene vivas sus oraciones por mí. Hace seis años que estoy bajo las alas protectoras de nuestro Dios, y siempre le ruego que no falte mi fe, y que pueda siempre aceptar su voluntad.
Por eso, queridas hermanas, cuando lleguen las pruebas a nuestra vida, aunque sean difíciles, demos gracias a Dios por ellas, porque nos pulen y nos hacen más fuertes. Confiemos siempre, porque él sabe que es lo mejor para nosotras, y no descuidemos nunca la oración, que es la que vivifica el alma.
Si en este momento, mi querida hermana, estás siendo azotada por alguna prueba, confía en el Señor y no permitas que nada te haga dudar de ese inmensurable amor, que siempre está a nuestro lado, con sus brazos extendidos, diciéndonos: “Vengan a mí todas las que estén trabajadas y cargadas, que yo las haré descansar”. ¡Qué maravillosa invitación! Dejemos que sus brazos de amor nos sostengan en este día.
Maribel de Barroso.
Tomado de: Lecturas devocionales para Damas 2015
“Jardines del alma”
Por: Diane de Aguirre