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Experimenta: ¿Sabes qué es ser aprovechado y engañador?
El pájaro cuclillo tejedor pertenece a una familia de aves que se aprovecha de otras aves mediante engaños. Es un «pájaro parásito». La hembra se esconde entre las ramas y espía. Busca cuál nido le gusta más y cuál pájara realizara el trabajo que ella debería hacer. La cuclillo vigila el nido que eligió; en cuanto la dueña pone sus huevos y los abandona por un momento, aprovecha y coloca sus propios huevos allí, con la finalidad de que se los cuide, empolle y luego críe.
Para que sus huevos no sean rechazados, se esfuerza por poner huevos de colores similares a los que ya están en el nido. La primera vez puede fallar el plan. La otra pájara se da cuenta y rechaza los huevos del cuclillo tejedor. Pero la cuclillo no desiste. Pone más y más huevos, hasta que confunde tanto a la otra ave que no tiene más opción: cuida y cría a todos los polluelos. Si el plan nunca rinde fruto, la cuclillo es capaz de sacar del nido y tirar un huevo de la otra pájara al suelo.
Mientras que la mamá pájara empolla largas horas esos huevos, el cuclillo hembra hembra come gusanos y revolotea alegremente, espiando dónde pondrá su siguiente huevo. Así, tiene hijos sin tener que empollarlos ni alimentarlos cuando nacen.
Los polluelos también engañan a su otra «mamá». Para asegurarse de que los alimenten, son capaces de empujar con el pico a los verdaderos hijos hasta arrojarlos del nido, quedándose con el alimento solo para ellos. Qué terrible; cuando el polluelo del cuclillo empieza a crecer grande y fuerte, la mamá pájara se da cuenta de que no es su hijo.
Una de las maneras más sencillas de perjudicar a alguien es engañarle y aprovechar la oportunidad. Es una conducta que Dios castigará. Ponte el desafío de no ser como el cuclillo. No engañes ni te aproveches de nadie.
«Que nadie abuse ni engañe en este asunto a su prójimo, porque el Señor castiga duramente todo esto, como ya les hemos advertido» (1 Tesalonisense 4:6)
Tomado de:
Lecturas Devocionales para Menores 2015
“Ciencia divertida para cada día”
Por: Yaqueline Tello Ayala