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“Permanezca el amor fraternal” (Hebreos 13:1).
En septiembre de 1953 se celebró en la Iglesia central de Barcelona el primer Congreso Nacional de Jóvenes de la Iglesia Adventista de España. Yo tenía catorce años y era el director de la por aquel entonces llamada Sociedad de Cadetes de la Iglesia de Zaragoza. Recuerdo que el lema del Congreso fue “Permanezca el amor fraternal”. En efecto, el amor fraternal se iba a convertir durante mi experiencia religiosa en uno de los descubrimientos más apreciados y en una de las mayores bendiciones que he encontrado en la Iglesia Adventista.
Tratando de ser objetivo, al hacer hoy balance de mis más de sesenta años de profesión de fe adventista, puedo decir que he tenido, tengo y espero seguir teniendo en la iglesia muchos buenos amigos, hermanos queridos, que me han manifestado de mil maneras los encantos del verdadero amor fraternal; conservo el amor fraternal indiscutible de los hermanos de las iglesias a las que he servido como pastor o en las que hice algún esfuerzo de evangelización. Aprecio particularmente el amor fraternal de mis colegas en el ministerio, compañeros de estudio, alumnos o colaboradores. Guardo muchas cartas en las que los testimonios de aprecio, amistad y afecto no son puras fórmulas convencionales, sino la expresión de lo que nuestro versículo llama “amor fraternal”, que en el lenguaje del Nuevo Testamento se formula con la palabra filadelfia, sin paralelo en el Antiguo Testamento.
El término filadelfia es usado solo cinco veces en el Nuevo Testamento (1 Tes. 4:9; Rom. 12:10; 1 Ped. 1:22, 23; 2 Ped. 1:5-7; Heb. 13:1). Pues bien, al analizar detenidamente estos textos, nos percatamos de que el amor fraternal no es el afecto general que debemos tener al género humano, ni es el amor filial o paternal de los consanguíneos, ni es el amor a los amigos. Más bien, filadelfia, en el Nuevo Testamento es un término especializado que se emplea para referirse al afecto singular, espiritual, que debe existir entre los hijos de Dios. Es un fruto de la regeneración obrada por el Espíritu Santo en el creyente; asociado en estos textos al verbo amar, podemos decir que es amar al modo de Dios; es entrañable de todo corazón y es sincero, ajeno a la hipocresía. Pero filadelfia se puede enfriar e incluso perder, por eso Pablo recomienda a los hebreos: “Permanezca el amor fraternal”. No lo perdamos porque por propia experiencia puedo decir que es uno de los más ricos privilegios que tenemos como adventistas.
Te invito a ser hoy amable con los demás y mostrar un rostro amigable. Pronto cosecharás lo que estás sembrando.
Tomado de: Lecturas devocionales para Adultos 2015
«Pero hay un Dios en los Cielos»
Por: Carlos Puyol Buil