Un Desayuno de Encuentros
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Den, y se les dará: se les echará en el regazo una medida llena de apretada sacudida y desbordante. Porque con la medida que midan a otros, se les medirá a ustedes. Lucas 6:38, NVI.
En mayo de 2011 visité el distrito de Newcastle, KwaZulu, Natal, Sudáfrica, y me quedé en el Cannon Lodge. A la mañana, durante el desayuno, note que un hombre estaba mirando televisión, y parecía molesto por las noticias acerca de trabajadores que hacían una marcha de protesta contra la municipalidad. ¿Cuál es el problema de esta gente? —dijo—. Necesitan al Señor».
Al notar una oportunidad, hablé con el hombre. Luego de un rato, le dije que tenía un libro para él. Cuando fui a buscar el libro, otros dos hombres se me acercaron diciendo que habían escuchado la conversación y que también querían un libro; así que les di un ejemplar de “Cuando Dios dijo Acuérdate de Cada Uno”.
Cuando volví al comedor para darle el libro al primer hombre, él estaba hablando con una pareja india. Les di libros a ellos también. La mujer que estaba sirviendo el desayuno, me pidió un ejemplar; y un momento después que se lo di volvió y me pidió cinco ejemplares más para sus compañeros de trabajo.
Un mes después volví a ese lugar. Le pregunté a Thuli, la mujer que servía, si había leído el libro. Me dijo que no, pero que una compañera llamada Precious tenía una carta para mí. La llamó, y Precious se acercó y me dio una carta de su madre, Fundy.
Cuando leí la carta, me llené de sorpresa y asombro: «Quisiera aprovechar esta oportunidad para agradecerle, aunque usted no me conoce. El trabajo de Dios ¡es tan asombroso!». Luego explicaba cómo había orado y clamado un día entero, buscando la dirección de Dios hasta medianoche, cuando sintió una suave calma. Al día siguiente, Precious le trajo el libro. Fundy leyó el libro entero, y el sábado siguiente fue a la Iglesia Adventista del Séptimo Día en Newcastle. Hoy es una miembro activa de la iglesia.
Probablemente nunca volveré a ver a las otras personas a las que les regale un libro, pero sé que los libros contienen la verdad de Dios. Si los leen y aceptan el mensaje sinceramente, nos encontraremos en el cielo.
M, Francis, Sudáfrica
Tomado de: Matinal para Colportores 2015
«Encuentros con la gracia de Dios»
Compilado por Howard Faigao
