Matinal Para Colportores Para el: 29 septiembre
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, Y guardan las cosas en ella escritas: porque el tiempo está cerca. Apocalipsis 1:3
Cuando estaba en la escuela primaria, el director de Publicaciones de nuestra Misión dio una charla para animar a los jóvenes a interesarse en el colportaje. Fue entonces cuando decidí que quería ser un colportor. Me aceptaron, y pedí trabajar en mi ciudad, en el norte de Haití. No tardé mucho en entender lo que Jesús quiso decir cuando dijo: «No hay profeta sin honra sino en su propia tierra, y entre sus parientes, y en su casa” (Mar. 6:4).
Mucha gente se burló de mí y me llamó «pequeño pastor». Un día, le hice una presentación a un hombre que vendía café y cacao. Cuando terminé, me preguntó; ¿Por qué tu pastor no le pidió a una institución o a un administrador adventista que te dé una beca? ¿O prefiere que vendas libros?» Yo le dije: «Señor, no soy un vendedor, soy un evangelista». Afortunadamente, también conocí a otras personas que me trataron con amabilidad. Incluso un sacerdote me compró libros y revistas, y elogió mi trabajo, Hasta se ofreció a ayudarme con mis estudios si lo visitaba de nuevo.
Fue gracias a este ministerio que pude pagar mis estudios en instituciones adventistas, hasta llegar al nivel universitario, en el cual logré títulos en teología, psicología, y estudios de familia y matrimonio. Le agradezco a Dios por el maravilloso ministerio de las publicaciones.
Aunque de joven la gente me llamaba «pequeño pastor” en son de burla, fue profético. Luego de trabajar como colportor de tiempo completo por muchos años, fui llamado al ministerio pastoral. Este rol trajo consigo responsabilidades que nunca imagine, pero estoy agradecido por la conducción de Dios. Aunque al principio mis padres estaban en contra de mi fe, con el tiempo se convirtieron al adventismo y ahora están felices de que predique el mensaje del advenimiento. Mis amigos que pensaban que no lograría nada ahora me saludan con respeto.
Servimos a un Dios maravilloso y poderoso; y es un privilegio enfrentarnos en esta batalla contra la mente y el corazón de algunas personas prejuiciosas: ¡La victoria está asegurada! Da todo de ti para servir a Dios, y recibirás muchas bendiciones.
Fred Adolphe. Haití
Tomado de: Matinal para Colportores 2015
«Encuentros con la gracia de Dios»
Compilado por Howard Faigao
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