Matinal Para Colportores Para el: 23 septiembre
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Confío en Dios y alabo su palabra; confío en Dios y no siento miedo. ¿Qué puede hacerme un simple mortal? Salmo 56:4, NVI.
Nunca puedo dejar pasar un buen libro. Un día, estaba en el mercado y vi muchos libros sobre el capot de un auto. Paré y compré uno llamado Guía para el estudio de la Biblia. Luego de leer el libro, quise comprar una Biblia pero no tenía idea de dónde podría encontrar una. Así que oré: «Señor por favor ayúdame a encontrar una». Ese mismo día vi una Biblia en un quiosco. Al leerla no podía entender por qué todo el mundo adoraba el domingo si el Señor decía claramente en su Palabra que debíamos guardar el séptimo día. Oré pidiéndole a Dios que me revelara la verdad.
Un día vi un poster que anunciaba un programa evangelístico. Esa fue Ia respuesta a mi oración. Asistí a las reuniones. y allí comparaba todo lo que decía el evangelista con la Biblia. Todo coincidió. Decidí ser bautizada y un año después de mi bautismo sentí que Dios me llamaba a ser una colportora.
No hace mucho mi país adopto una ley que limita la distribución de libros religiosos. Pensé seriamente, y ore para que el Espíritu Santo me guiara a las personas que estuvieran dispuestas a aceptar las buenas nuevas de salvación, un día, tomé una mochila llena de libros, pero estaba tan pesada que no podía ponerla sobre mis hombros. Trate de caminar hasta la parada de colectivo pero al no poder le pregunté a un joven que pasaba por allí si podía llevar la mochila por mí. Él aceptó y le regale un ejemplar de El conflicto de los siglos en agradecimiento, y él se fue muy contento. Cuando subí al colectivo, el Espíritu Santo me impresionó a darle un ejemplar de El conflicto de los siglos al conductor. Él también se puso muy feliz, y me dijo: «Me encanta leer libros».
A la mañana siguiente, sentí que debía visitar a una mujer a la que suelo llevarle libros adventistas. Ella miró los libros, los compró todos y me encargó más. Hizo un pedido de 58 libros, ocho de los cuales eran El conflicto de los siglos. Me dijo que se los iba a regalar a sus colegas, También me pidió que la contactara cada vez que tuviera libros nuevos.
Sólo gracias al Poder del Espíritu Santo puedo trabajar en este maravilloso ministerio. A pesar de las limitaciones legales, del cansancio y de mis pocas fuerzas, «todo lo puedo en Cristo que me fortalece» (Fil. 4; 13).
Galina Vasilyeva, Kazajistán
Tomado de: Matinal para Colportores 2015
«Encuentros con la gracia de Dios»
Compilado por Howard Faigao
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