Matinal Para Colportores Para el: 27 septiembre
Sean fuertes y valientes. No teman ni se asustan ante esas naciones pues el Señor su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará. Deuteronomio 31:6, NVI.
Ya habían pasado dos meses en la campaña de verano en 1996, y mis ventas habían sido pocas. Eramos quince en nuestro grupo de colportores, y nos hospedábamos en la escuela de iglesia de la ciudad de Encarnación. Nuestro coordinador evaluaba nuestro trabajo cada día. Mis amigos tenían buenos informes algunos ya habían logrado la beca. Por el contrario, yo no había logrado mi objetivo y estaba al final del grupo en cuanto a ventas. Trate de entender por qué no me estaba yendo bien, pero no encontraba respuesta. La mitad de la campaña había pasado y yo estaba preocupado.
Decidí orar cada noche a la medianoche, mientras mis amigos dormían, y eso hice por una semana. Una noche me quedé hasta las 5:00 y sentí un cambio dentro de mí. Realmente sentía el deseo de salir a colportar.
Luego de estudiar mi lección, me preparé para el día y salí a trabajar temprano. AI caminar las quince cuadras hasta el centro de la ciudad, pasé frente a la oficina del gobernador y sentí que los guardias me estaban haciendo señas. Me dejaron pasar sin hacer ninguna pregunta: Le pregunté a la secretaria si el gobernador se encontraba, y ella me dijo que llegaría en pocos minutos. Estaba un poco preocupado por como colportar ante la mayor autoridad del Estado, así que oré a Dios pidiéndole ayuda.
A los pocos minutos, la secretaria me hizo pasar a la oficina del gobernador. Me presente y le explique el trabajo que estaba haciendo para la sociedad. Me hizo algunas preguntas, y yo le mostré los doce libros que tenía en mi mochila. Cuando me preguntó el costo total de los libros, le dije que eran alrededor de US$5OO, porque no pide sumar todos los precios tan rápidamente.
El gobernador tenía que irse a una entrevista, así que hizo un cheque por la cantidad que yo le mencioné. Luego me preguntó por mis colegas y nuestra cobertura médica. Cuando le dije que no teníamos cobertura médica me dio una carta de recomendación para un hospital que nos ayudaría gratuitamente.
Le pregunte si podía orar por él. Acepto, y oramos. Me dio un hermoso portafolio y me dijo que me llamaría si me necesitaba para algo.
Cuando oramos con todo el corazón, sin preocuparnos por el lugar o el tiempo, Dios nos bendice pródigamente. Él “nunca nos dejará ni nos abandonará».
Gualberto Mamani. Bolivia
Tomado de: Matinal para Colportores 2015
«Encuentros con la gracia de Dios»
Compilado por Howard Faigao
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