lunes , 7 julio 2025
Matinal Para Adultos 2015

Vendré otra vez

“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me voy y os preparo lugar, vendré otra vez y os tomaré a mí mismo, para que donde yo esté, vosotros también estéis” (Juan 14:1-3).

“Vendré otra vez”, así nació la esperanza bienaventurada de los cristianos en el segundo advenimiento de Cristo. Estas palabras abrían de nuevo una esperanza mesiánica. Pero esta venida no se puede confundir con la primera, ni tampoco con el encuentro personal con Cristo en el proceso de la salvación, ni como algunos han dicho, con la llegada del Consolador prometido que lo representa. La segunda venida de Cristo es la consumación final de la obra redentora que realizó en la primera: “Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que lo esperan” (Heb. 9:28).

“La proclamación de la venida de Cristo debería ser ahora lo que fue la hecha por los ángeles a los pastores de Belén, es decir, buenas nuevas de gran gozo. Los que aman verdaderamente al Salvador no pueden menos que recibir con aclamaciones de alegría el anuncio fundado en la Palabra de Dios de que Aquel en quien se concentran sus esperanzas para la vida eterna volverá, no para ser insultado, despreciado y rechazado como en su primer advenimiento, sino con poder y gloria, para redimir a su pueblo” (El conflicto de los siglos, p. 338).

“Vendré otra vez”, la promesa, resuena como un eco cada vez que el Nuevo Testamento menciona la esperanza en el glorioso advenimiento. Impregna decisivamente la vida de la iglesia en un programa de esperanza activa y comunicativa. Es el referente ilusionado del saludo de los primeros cristianos, Maranata, ¡el Señor viene! Orienta la aplicación práctica de la reflexión teológica de las epístolas. Da al concepto tiempo un sentido salvífico para el mundo, como tiempo de gracia y, para la iglesia, se convierte en la oportunidad, el tiempo para obrar y concluir la misión. Finalmente, “Vendré otra vez” es la llave que clausura los oráculos sagrados, las revelaciones bíblicas que Dios ha dado al mundo: “Ciertamente vengo en breve. ¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!” (Apoc. 22:20).

Porque hay un Dios en los cielos… te aseguro que Jesús regresará pronto en las nubes de los cielos en la gloria de su Padre (Mat. 16:27).

Tomado de: Lecturas devocionales para Adultos 2015
«Pero hay un Dios en los Cielos»
Por: Carlos Puyol Buil

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