Un baño de agua fría

Matinal Para Menores 2015 Para el: 06 agosto

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Experimenta: ¿Te has bañado con agua fría?

Estábamos de campamento. El horario establecía claramente que el momento para el aseo personal era a las 5 a.m. El viento frío soplaba mientras caminábamos hacia las regaderas. Una de las niñas, envuelta en su chamarra y tomada de mi mano, me dijo: «Hay agua caliente en las regaderas, ¿verdad?».

La realidad era que el agua de las regaderas estaba fría y no había calefacción. Entre brincos y gritos nos bañamos aquella mañana antes del amanecer. Recuerdo nuestros rostros durante la inspección: casi moradas de frío pero, eso sí, muy limpias.

¿Por qué nos cuesta tanto meternos al agua fría? Esa sensación de frío tiene que ver con la velocidad a la que nuestro cuerpo pierde calor. El agua es una excelente conductora de temperatura. Por eso, si quieres calentarte rápido no hay como un baño con agua caliente; para enfriarte, nada como un baño con agua helada. Así que, cuando no hay agua caliente para bañarse, lo ideal es darse prisa. Métete al agua; después de un rato ya no sentirás frío. Es como zambullirte en una alberca.

Bañarse con agua fría también es muy saludable. Activa la circulación de la sangre, tonifica tus músculos, cierra los poros de la piel, refuerza tus defensas, enfría tus hormonas, entre otras cosas interesantes.

Obedecer las ordenanzas de Dios es también muy saludable. A veces no querrás obedecer con un dedo siquiera; otras, tratarás de obedecer con un pie solamente; en muchas ocasiones obedecerás de mala gana, por librarte del momento. Nunca debes dudar si obedeces o no la Ley de Dios. Adorarlo exclusivamente, no crearte símbolos para venerar, honrar su nombre, guardar el sábado, respetar a tus padres, no matar, no cometer adulterio, no robar, no hablar mal de otros o codiciar sus pertenencias; seguir estos principios es muy bueno para ti.