Matinal Para Damas 2015 Para el: 21 agosto
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Ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor. 1 Corintios 13:13
Solo basta encender la radio para advertir que la mayoría de las canciones hablan de amor. Es imposible escapar del amor: es tema de películas, de programas de televisión, y de todos los géneros de la literatura: novela, poesía, cuento, drama, comedia.
Pero ¿qué es realmente el amor? Es más que corazoncitos, flores y canciones románticas. Muchas veces, es difícil amar. El diccionario define el amor como un sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo. Me gusta más la definición que da Elena G. de White: “El amor es un valioso don que recibimos de Jesús. El afecto puro y santo no es un sentimiento, sino un principio” (El hogar cristiano, cap 7, p. 47).
Es en nuestras relaciones con los demás donde más necesitamos del amor, pues allí pueden surgir tensiones y conflictos. Amamos a nuestra familia pero, a veces, los cónyuges no nos entendemos y nos desilusionamos; los hijos requieren toda nuestra energía, y prueban nuestra paciencia con sus demandas de tiempo y atención. Nuestro trabajo exige de nosotras toda nuestra concentración, con la cuota consabida de estrés por la competencia y las exigencias de nuestros empleadores. Los líderes de la iglesia demandan de nosotras más compromiso.
Dios no nos diseñó para vincularnos con los demás sin darnos indicaciones de cómo hacerlo. Nos dejó el “manual del fabricante” con instrucciones para relacionarnos con él y con cualquier persona. La clave es el amor. De tapa a tapa, la Biblia muestra el amor de Dios por nosotros, y nos invita a tener una experiencia de amor con su Hijo. También nos ordena practicar el amor en todos los niveles de nuestras relaciones.
El legado más perdurable que podemos dejar es el modo en que interactuamos con los demás. Teresa de Calcuta dijo: “Lo que importa no es tanto lo que uno hace sino cuánto amor pone en hacerlo”.
El amor es la virtud más excelente, porque Dios es amor (ver 1 Juan 4:8). Es la esencia de su carácter. Por eso, el apóstol nos aconseja “Seguid el amor” (1 Cor. 14:1). En otras palabras: empeñémonos en seguir a Dios. Solo así podremos transmitir su amor a los demás.
Nibia Mayer
Tomado de: Lecturas devocionales para Damas 2015
“Jardines del alma”
Por: Diane de Aguirre
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