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Experimenta: ¿Has viajado en avión? De ser así, probablemente observaste las nubes a través de la ventanilla mientras recorrías las alturas.
En el asiento que está frente al mío, en el avión, viaja un padre con su pequeño hijo. Desde que abordaron, mientras tomaban sus lugares, el niño pidió insistentemente sentarse al lado de la ventanilla.
El padre le preguntó por qué siempre quería sentarse en ese lugar:
-¡Porque quiero ver flotar las nubes!- respondió
Ahora que las veo, cómo se sostienen en el aire casi inmóviles, todas amontonadas una encima de la otra formando una gran alfombra bajo el avión, me es difícil resistir el deseo de hacer tres cosas: en primer lugar, tomarles una foto; en segundo, caminar sobre ellas; tercero, saber cómo es que siguen flotando mientras adornan el cielo azul.
Si las nubes están compuestas de agua y cristales de hielo, deberían caer debido a su peso. Pero no sucede así, porque las corrientes de aire les permiten permanecer a cierta altura; suben y bajan sin desplomarse de repente. Algunas nubes crecen demasiado y por el exceso de peso del agua que contienen, empiezan a descender como si fueran a aterrizar. Mientras bajan, debido a que las condiciones del ambiente cambian, llegan a un punto en que se deshacen y desaparecen. Un niño me regaló un dibujo hace tiempo. Cuando le pregunté por qué había trazado líneas detrás de las nubes, me contestó:
– Son cuerdas, para que no se caigan las nubes.
Recuerda que Dios establecido leyes para todo lo que se sostiene en la atmósfera. Se mantendrá en su lugar y cumplirá su propósito mientras exista el equilibrio que él creó.
Disfruta cada vez que puedas de mirar con cuidado las nubes. Piensa en el inmenso y perfecto poder de Dios al crear cada detalle de la naturaleza que te rodea. ¡Alaba su nombre!
«¿Sabes tú cómo flotan las nubes en el aire, prueba admirable de su perfecta inteligencia?» (Job 37:16)
Tomado de:
Lecturas Devocionales para Menores 2015
“Ciencia divertida para cada día”
Por: Yaqueline Tello Ayala