Matinal Para Colportores Para el: 25 agosto
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Una noche el Señor dijo o Pablo en visión: “No tengas miedo; sigue hablando y no calles, pues estoy contigo”. Hechos 18: 9, 10, NVI.
Una vez me juzgaron —dijo el oficial de la Marina, mientras aún estábamos en la puerta de su casa—, pero no fue por robo. Fue por abuso de poder. Fui a la cárcel, pero ya me soltaron. Soy libre desde hace un año, pero la policía no me deja tranquilo. Vinieron con una orden de allanamiento esta mañana. Miren cómo dejaron mi casa.
El oficial abrió la puerta y dejó que Irina y yo miráramos su departamento. De hecho, todas sus pertenencias estaban tiradas por la casa. —No me molestaría si solamente estuviesen buscando algo —continuó—, ¡pero se han llevado todo mi dinero!
-Yo también soy un oficial de la Marina —le dije al hombre, presentándome. —Pero… si estás en la Marina, ¿qué haces de casa en casa? Le dije que quería ayudar a la gente, y agregué: —Lamento lo que le ha sucedido. Sé por experiencia que hay muchas injusticias en la milicia. Pero Dios lo ama. Si usted ha hecho algo malo, simplemente dígale que está arrepentido. ÉI lo perdonará. Jesús pagó el precio con su propia vida. Nosotros podemos vivir y hablamos ahora porque nuestros padres derramaron su sangre en la guerra.
Fue entonces que escuché las bisagras de una puerta. Evidentemente, el hombre del departamento contiguo no había cerrado su puerta, sino que estaba escuchando nuestra conversación. Como estaba de costado, no me di cuenta que el hombre salió de su casa y se abalanzó sobre mi ¡con un hacha en su mano! La entrada era
Estrecha, y yo estaba directamente frente a él, pero el ex oficial de la Marina, rápido como un rayo, fue hacia el hombre, le sacó el hacha de la mano, y lo empujó hasta su departamento. Luego cerró la puerta, se volvió a mí, y me dijo: —Continúe hablando. Me está convenciendo.
AI final hizo el pedido de una Biblia, Las grandes profecías de la Biblia, y El camino a Cristo. Varios días después le llevé los libros y le agradecí una vez más por haberme salvado la vida. «Su Dios lo salvó» — respondió él, sacudiendo la cabeza. «No tengas miedo, sigue hablando y no calles, pues estoy contigo», dice el Señor.
Andrey, Garbarchuk, Rusia.
Tomado de: Matinal para Colportores 2015
«Encuentros con la gracia de Dios»
Compilado por Howard Faigao
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