Matinal Para Damas 2015 Para el: 07 agosto
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Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 1 Pedro 5:7
Sentada a una mesita con sombrilla verde que tengo en mi terraza, juego a barajar mentalmente los sucesos que hoy afectan a nuestro mundo. Los medios de comunicación nos aturden con tantas noticias negativas. El desconcierto llega a extremos impensables. A las estadísticas de la delincuencia, a la frecuencia de accidentes aéreos, a la incidencia de enfermedades y desastres meteorológicos, se agregan los riesgos del terrorismo y los ataques biológicos.
El miedo nos acorrala y la seguridad disminuye. La pobreza, el desempleo, la desigualdad social, la contracción de la economía, la delincuencia, el tráfico de drogas y el abuso sexual son distintos nombres para el mismo pánico, que se agregan a la cultura del miedo. La aprensión cunde por las calles del mundo, y la ansiedad borra la alegría de los ojos de los niños. El siglo se llena de clamores en mil idiomas.
El desasosiego me abruma. Mi propia alma abriga cien cuitas. Existen tantas cosas por las cuales preocuparme, tengo tanto que resolver, hay tanta demanda de mi tiempo, de mis recursos y de mi capacidad mental que, aunque la tarde que ya declina me invita al descanso, mi corazón no reposa.
La última brisa tibia del día juega entre las hojas del álamo temblón y, entonces, de repente, me parece escuchar la voz de Dios que me invita al descanso mental: “Déjame a mí tus congojas, mujer”. Su dulce voz me recuerda: “Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mat 6:26).
Las primeras luces nocturnas comienzan a encender el horizonte mientras los cantos vespertinos de las aves ceden al silencio. Para entonces, mis dudas y el descontento se han disipado. La confianza en Dios y la esperanza en sus promesas alegran el corazón. Mañana será otro día de afán para quienes no conocen a Jesucristo. Pero yo he de recordar que, si Dios tiene cuidado de las cosas más pequeñas de su creación, mucho más velará y cuidará de mí, que soy su hija.
Olga Valdivia
Tomado de: Lecturas devocionales para Damas 2015
“Jardines del alma”
Por: Diane de Aguirre
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