Matinal Para Damas 2015 Para el: 18 julio
Joven fui, y he envejecido, y no he visto justo desamparado, ni su descendencia que mendigue pan. Salmo 37:25
¿Alguna vez revisaste las cuentas, buscaste en tu cartera, abriste tu alcancía e incluso hurgaste en las gavetas del ropero, esperando encontrar algún dinero olvidado, y no hallaste nada? A nosotros nunca nos había pasado eso, siempre habíamos tenido suficiente dinero como para cubrir los gastos de la quincena; pero esta vez, nada. Mi esposo y yo habíamos decidido que nunca pediríamos apoyo económico a nuestros padres, que siempre haríamos un presupuesto y nos ajustaríamos a él, y que ahorraríamos para enfrentar las emergencias.
Pero ahora, ¿qué hacer? No teníamos dinero ni nada en la alacena. Habíamos tenido que gastar nuestro ahorro en una emergencia familiar, y no había más recursos: ¿Debíamos romper nuestro convenio? Oré: “Señor, tenemos que trabajar toda la semana, y no tenemos nada para alimentarnos. No sé a quién recurrir sino a ti”. Inmediatamente vino a mi mente el Salmo 37: “Oh, Dios de Israel, cumple tu promesa en mí ahora. Necesito tu socorro”, le dije.
Eran las 6:30 de la tarde cuando salí a tender la ropa. Mi esposo estaba en su escritorio, también preocupado. De repente, me preguntó: “Amor, escucho un ruido en el portón. ¿Serán niños de la escuela jugando con el timbre?”. Salió al corredor para ver qué era. Al entrar, me llamó: “Ven. ¡Mira lo que hay en el piso del corredor!”.
No pudimos ver a nadie que se hubiera acercado al portón, de casi tres metros de alto, pero allí tirado había un sobre. Quien lo había puesto allí, tenía que haberse subido a una escalera. Mi esposo tomó el sobre y lo abrió: ¡tenía cuarenta dólares! Nos miramos y gritamos: “¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Gracias, Señor!”. Él es fiel a sus promesas. Nunca nos desampara. Cubre nuestras necesidades de maneras extraordinarias.
Entramos en el cuarto y oramos a Dios porque, aunque ya llevábamos siete días a pan y agua, mantuvimos la esperanza en él, y cumplió su promesa de provisión sin que tuviéramos que pedirles a nuestros padres.
Padre, gracias porque me amas y cuidas de mí. Ayúdame a depender siempre de ti, pase lo que pase.
Guiselle Weelkly de Ferguson.
Tomado de: Lecturas devocionales para Damas 2015
“Jardines del Alma”
Por: Diane de Aguirre
Ene 17, 2025 0
Ene 17, 2025 0
Ene 17, 2025 0
Ene 17, 2025 0
Dic 29, 2015 0
Dic 28, 2015 0
Dic 27, 2015 0