Sin importancia, ¡Y enojado!
Experimenta: Revisa tu vida. ¿Hay alguna cosa a la que te aferras tanto que hasta parece importante?
Después de cumplir con el trabajo asignado, Jonás fue de campamento al este de la ciudad. Ahí se instaló, encontró una enramada para protegerse del sol, se dispuso a observar el paisaje y comprobar que su labor había valido la pena.
Dios, que lo observaba, se dio cuenta de que no estaba contento. Vio su mal humor y quiso aliviarlo. Inmediatamente, hizo crecer una planta que subió por la enramada e hizo sombra al enojadizo profeta.
Jonás se alegró al ver la planta y disfrutó su sombra durante el día. Allí durmió aquella noche. Pero cuando amanecía, Dios mandó un gusano a la planta y rápidamente se secó.
Cuando Jonás despertó, un viento caliente lo sorprendió, juntamente con la triste imagen de la planta seca. Ahora, el sol le quemaba la cabeza. Lleno de rabia, reclamó a Dios porque ya no tenía sombra y deseó morirse.
Haz una pausa. ¿Quién había plantado esa enredadera para Jonás? ¿Por qué estaba tan enojado por una simple planta en la que no había trabajado? También nosotros nos enojamos por cosas sin importancia. Lo peor es que nos atrevemos a reclamar y pelear como si nos hubiera costado mucho esfuerzo tener tantas «plantas».
¿Cuántas veces te enojas porque tu mamá usó tu computadora por un momento, porque no ganó tu equipo favorito o porque tu hermana tomó algo tuyo sin tu permiso? ¡Como si realmente importara! No nos damos cuenta de que son cosas pasajeras y quizá ni valgan la pena.
No te enojes con la gente que quieres por cosas sin importancia. Para Dios, las cosas valiosas son las que van a durar por la eternidad.
“Tú no sembraste la mata de ricino, ni la hiciste crecer; en una noche nació, y a la otra se murió. Sin embargo, le tienes compasión ” (Jonás 4:10)
Tomado de:
Lecturas Devocionales
para Menores 2015
“Ciencia divertida
para cada día”
Por: Yaqueline Tello Ayala
