¡Qué Asco!
Experimenta: ¿Hay algo que te provoque asco de verdad?
¿Quién inventó el asco y para qué? Es una de tantas cosas interesantes y muy necesarias que Dios puso en nuestro cerebro para protegemos. Por ejemplo, si ves un plato de comida echado a perder, maloliente y lleno de gusanos, sientes asco porque tu cerebro se da cuenta de que te haría daño si lo comieras. Sentir asco es bueno, siempre y cuando te ayude a mantener hábitos de limpieza y salud normales.
Si sientes asco desmedidamente por todo, aun de aquello que está limpio o es saludable, entonces debes pedir ayuda a un médico. También debes consultarlo si no sientes asco por nada. Lo normal es que alguna cosa o situación te causen esa sensación desagradable que avisa a todo tu cuerpo que lo que está frente a ti, lo que escuchas o hueles, es potencialmente dañino o peligroso.
Puedes experimentar asco por la maldad. Eso es muy saludable. El peligro comienza cuando ya no sientes esa repulsión cuando ves una escena de maldad. O cuando ya no te duele hacer algo que sabes que no deberías. Las cárceles están llenas de personas que perdieron la capacidad de sentir asco por la maldad. En estos casos, el Espíritu Santo provoca esa impresión desagradable por lo que es malo. Debes vigilar lo que sientes al ver violencia, mentira, traición, chisme, envidia, etcétera. Lo normal es sentir repugnancia. Los juegos violentos, los programas de televisión en los que se exalta la maldad, los periódicos de nota roja, hacen que pierdas tu capacidad cerebral de sentir asco por lo que te hace daño.
Si esto te ocurre, es momento de buscar ayuda de Dios. Ora por ti, pídele a alguien de confianza que también ore por ti, antes de que el Espíritu Santo se aleje y termines como las personas de las que habla el versículo de hoy.
“Se acordarán de mi en esas naciones; se acordarán de cómo los hice sufrir por haberme sido infieles y por haberse apartado de mi para adorar ídolos. Ellos sentirán asco de sí mismos por todas las maldades que han hecho, por todas sus acciones detestables» (Ezequiel 6:9)
Tomado de:
Lecturas Devocionales
para Menores 2015
“Ciencia divertida
para cada día”
Por: Yaqueline Tello Ayala
