domingo , 9 noviembre 2025
Matinal Para Colportores

Escucha su voz

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A ti, hijo de hombre, te he puesto por centinela del pueblo de Israel. Por tanto, oirás la palabra de mi boca y advertirás de mi parte al pueblo. Ezequiel 33:7, NVI.

Mi esposa, Evelyn. y yo estábamos colportando en Itacaruaré cuando conocimos a Dalmacia, una cristiana evangélica consagrada de 92 años. Durante los siguientes dos años le llevamos libros a Dalmacia, y en cada visita nos invitaba a leer un texto de la Biblia y a orar por ella. Siempre decía que Dios nos enviaba, y que ella notaba que él estaba con nosotros. Yo sentía la necesidad de contarle sobre el sábado, pero pensaba que a su edad nunca dejaría su iglesia, y que si moría, con seguridad sería salva, incluso sin conocer la verdad del sábado. Sin embargo. cada vez que pasaba por su casa escuchaba una voz que me decía: «Háblale del sábado».

En una de nuestras visitas, luego de leer un texto bíblico y orar, ella dijo emocionada: «Vi una luz que descendió sobre ti y sobre la Biblia. La luz resplandeció sobre mí también». Yo estaba impresionado, pero no le dije que creía que el Espíritu Santo me estaba mostrando lo que debía compartir con ella.

Unos días después, tuve una fuerte sensación que no se iba, así que fui a la casa de Dalmacia. Una vez allí le dije: «Hermana, le he traído un mensaje de Dios». Tuve el valor de contarle sobre los Diez Mandamientos. Le dije: «Usted no tiene muchos años más de vida, y debería estar preparada para ser juzgada en base a los Diez Mandamientos». Le expliqué el significado de cada mandamiento. Luego le dije que si había deshonrado alguno de ellos debía pedir perdón y confiar en la sangre de Jesús para que la limpie de todos sus pecados. Al final le hablé del cuarto mandamiento.

Fue maravilloso ver cómo Dalmacia se emocionaba al oír el mensaje y aceptar la verdad bíblica. Con lágrimas en sus ojos me agradeció por compartir esto con ella. Al irme de su casa sentí un gozo enorme por la decisión de Dalmacia: pero mi mayor gozo fue haber cumplido mi misión.

Dos semanas después que Dalmacia aceptara la verdad del sábado, falleció. Mi corazón estaba lleno de paz porque sabía que Dios me había usado para compartir la verdad con ella. Permitamos que Dios influya en nuestra mente y fortalezca nuestro corazón para llevar su mensaje al mundo.

Leandro Pinelli, Argentina

Tomado de: Meditaciones Matinales para Colportores 2015
Encuentros con la gracia de Dios

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