Matinal Para Colportores Para el: 15 julio
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Porque el Señor tu Dios está en medio de ti… Se deleitara’ en ti» con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos como en los días de fiesta. (Sofonías 3:17, NIV.)
Mi primer año en la Universidad Adventista de Bolivia fue la primera vez que viví lejos de mis padres. Lo que más influyó en mí ese año fue ser invitada a participar de una campaña de colportaje, pero tenía miedo de que mis padres se enteraran. Aunque ellos habían colportado para pagar sus estudios, no sabía cómo reaccionarían a la idea de que yo colportara sola, tan lejos de la universidad.
Una noche asistí a una reunión para Colportores y me sorprendió la energía y entusiasmo de todos. «¿Son todos así?» me pregunté. Yo pensaba que los colportores eran muy serios. Aquellos fueron momentos muy importantes para mí. El líder habló sobre el ministerio que Dios le dio a sus hijos: predicar su Palabra mediante la página impresa. No advirtió que sería un gran desafío, pero sí que las recompensas no tienen límites. Luego de escuchar esa presentación decidí ser una colportora.
Al finalizar el entrenamiento fui a la ciudad de La Paz. No conocía a nadie allí, y no había nadie que me pudiera ayudar. Salí a colportar, pero los primeros días fueron difíciles. Quería dejar todo y volver a casa. Entonces recordé las palabras de mi padre, que me enseñó a no dejar una tarea incompleta. Su consejo me animó en ese momento, y decidí quedarme y continuar con la tarea.
Una mañana, mientras estaba colportando, me di cuenta de que si no vendía nada no podría comprar nada para comer, y que esa tarde tendría que caminar hasta el lugar donde me estaba hospedando.
Trabaje duro, pero no me fue bien. Comencé a cantar mientras caminaba, recordando lo que aprendí en las clases de escuela sabática y las hermosas canciones que cantábamos en la iglesia. La canción “Dulce refugio» vino a mi mente. La cante y medité en el mensaje. A la tarde hizo mucho calor, y necesitaba agua. Estaba tan cansada que me senté en un escalón para descansar. Apoyé mi cabeza en la pared y seguí cantando. Me sentía muy débil, y no me di cuenta cuando me quedé dormida.
Sarah C. Valeriano. Bolivia
Tomado de: Matinal para Colportores 2015
«Encuentros con la gracia de Dios»
Compilado por Howard Faigao
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