Baches profundos
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Experimenta: ¿Habrá algún bache alrededor tuyo en el que puedas ayudar? Ora, esa es tu labor.
Esa noche llovía demasiado. Era difícil ver la calle frente al auto.
Todos conducíamos con cuidado, pero sucedió un accidente fuera de lo común. Esa mañana habían empezado a reparar los baches de la ciudad. Al caer la tarde, habían dejado el trabajo sin terminar. Ahora había baches convertidos en grandes hoyos que la corriente del agua de lluvia había cubierto y, por supuesto, no se veían.
Al dar la vuelta en una esquina me topé con un auto rojo, al que solamente se le veían las llantas traseras flotando en el aire. El viento y la lluvia habían arrastrado el señalamiento que prohibía el paso hacia esa calle y el conductor de aquel auto avanzó en medio del agua confiado, cuando lo sorprendió un tremendo bache sin reparar. Los bomberos y una grúa sacaron al auto y su conductor, que se encontraba muy molesto con los encargados de las reparaciones 193 por no cumplir totalmente con su trabajo. El gobierno local debió resarcir al caballero.
En este mundo, no solamente hay que reparar los baches de las calles. Muchas cosas más necesitan reparaciones. Debes prestarles atención, por si puedes ayudar. Por ejemplo, la relación entre mamá y papá, la amistad entre dos amigos tuyos, la relación entre hermanos y tu relación con Jesús.
Estas situaciones a veces tienen enormes baches que deben ser reparados antes de que suceda un terrible accidente. Si puedes ayudar a restaurar, ve a orar con esas personas, no lo pienses, no te quedes viendo cómo tus seres queridos, o tú, caen a un hoyo profundo porque nadie hizo su trabajo.
“Tu pueblo reconstruirá las viejas ruinas y afianzará los cimientos puestos hace siglos. Llamarán a tu pueblo: ‘Reparador de muros caídos’, ‘reconstructor de casa en ruinas'» (Isaías 58:12).
Tomado de:
Lecturas Devocionales
para Menores 2015
“Ciencia divertida
para cada día”
Por: Yaqueline Tello Ayala
