Matinal Para Adultos 2015 Para el: 20 junio
“No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios, porque escrito está: ‘Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor’ ” (Romanos 12:17-19).
Conocí a la familia Deplano y su tremenda historia en el Colegio Adventista de Collonges (Francia). Él era profesor de dibujo en nuestra escuela secundaria. Oriundos de Argelia, tenían un solo hijo que se había casado con una joven que pronto dio muestras de no vivir los principios cristianos que había prometido en su bautismo de conveniencia. Llevaba una vida desordenada, perdió el interés por su esposo y los disgustos de la pareja se multiplicaron; mientras, los padres observaban, sufrían y oraban. Llegaron a enterarse de que aquella mujer era infiel a su hijo, pero callaron, siguiendo una táctica de no entrometerse. Les nació un bebé a la pareja, lo que produjo una alegría pasajera, pero lo peor estaba por venir. Una noche, el hijo de los hermanos Deplano apareció muerto de un disparo en la cabeza y los tribunales culparon a su esposa de homicidio. La guerra de independencia de Argelia impidió la ejecución de la sentencia porque todos los franceses fueron forzados a repatriarse, dejando propiedades, trabajos y causas pendientes. Los Deplano, su nuera y el niño de tres años se instalaron en Francia; con resignación, sin tomar represalias aunque tenían un acta debidamente legalizada de la acusación de los tribunales argelinos, soportaron con indulgencia las visitas de aquella mujer, solazándose con el cariño del nietecito a quien tenían consigo. Pero la madre, haciendo uso de su derecho de custodia, les arrebató al niño y se lo llevó a París, donde vivían en una pensión.
Así conocí a los queridos hermanos Deplano, tristes, pero sin perder la fe en la misericordia divina, compasivos, tratando de olvidar, sin dejarse vencer por el mal sino, como dice Pablo, venciendo con el bien el mal. A pesar de todo, no habían permitido que el odio invadiera sus vidas y todavía tenían mucho amor para compartir con otros.
Este mundo está lleno de injusticias. Por todas partes hay historias que revelan la ruindad del corazón humano. Pero cada vez que surjan tentaciones de asumir actitudes vengativas, es importante recordar que hay un Dios en los cielos que es el Juez de este mundo.
Si estás viviendo una injusticia en este momento, recuerda hoy estas palabras: “Mía es la venganza, yo pagaré”. Confía en él.
Tomado de: Lecturas devocionales para Adultos 2015
“Pero hay un Dios en los Cielos”
Por: Carlos Puyol Buil
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