A que sí te atreves a ser diferente
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Experimenta: ¿Te has puesto a pensar en lo diferente que eres si adoras a Dios? Créeme que vale la pena atreverse a ser diferente, como Mardoqueo. Espera a leer mañana el destino de un hombre que sí se atrevió a ser diferente.
Un hombre estaba sentado junto a las puertas del palacio real. Era diferente a los demás. Se llamaba Mardoqueo. Su presencia se notaba cada vez que aquel hombre arrogante y presumido, que se anunciaba como el favorito del monarca, pasaba delante de la puerta del palacio, porque Mardoqueo no se arrodillaba ante él como el resto de los sirvientes de la corte; aunque fuera orden del rey.
Mardoqueo decidió que únicamente se arrodillaría ante Dios. Los demás sirivientes, al ver la decisión de aquel hombre diferente, fueron con el chisme a Amán, el hombre arrogante y presumido se enfureció. Le gustaba mucho que se arrodillaran ante él. No soportaba la idea de que Mardoqueo y su pueblo no lo veneraran, así que planeó exterminar por completo a todos los que no se inclinaran cuando él pasara. Sabía que los únicos que se rehusaban era Mardoqueo y el pueblo que también adoraba a Dios.
Amán fue directamente al rey. Le propuso un plan para acabar con ese pueblo de costumbres diferentes de desobedencia. Hasta le ofreció 30 mil kilos de plata para convencerlo. El rey, sin pensarlo, aceptó. No sabía que la reina Ester, su esposa, pertenecía al mismo pueblo diferente que no se arrodillaba ante nadie, excepto Dios. Mardoqueo era, ni más ni menos, el primo de la reina.
«Dijo Aman al rey Asuero: «Entre todos los pueblos que componen las provincias del reino de Su Majestad, hay uno que vive separado de los demás; tiene leyes distintas de los otros pueblos, y no cumple las órdenes de Su Majestad. No conviene a Su Majestad que este pueblo siga viviendo en su reino» (Ester 3:8)
Tomado de:
Lecturas Devocionales
para Menores 2015
“Ciencia divertida
para cada día”
Por: Yaqueline Tello Ayala
