Experimenta: ¿Has experimentado la partida de alguien que querías mucho? Si es así, aférrate a la promesa divina y espera ese gran día.
La ciencia ha avanzado hasta darnos la posibilidad de tener un ser querido fallecido convertido en diamante. Como los diamantes de componen de carbono y el cuerpo humano también, cuando una persona fallece y es incinerada, sus cenizas pueden servir para reproducir un diamante artificial.
Quinientos gramos de cenizas sometidas a 60,000 atmósferas de presión y una temperatura de 2000ºC, más varios miles de dólares como pago por el trabajo, son suficientes para formar un diamante que puede confundir a cualquiera, pensando que el ser amado fallecido sigue presente.
Quien no ha leído la Biblia y su sabia explicación sobre qué le sucede a los muertos, puede vivir en un vil engaño, creyendo que puede mantener cerca, físicamente, a quien ya no vive.
Yo los llamo «diamantes muertos», porque aun si pagáramos miles de dólares para formar un diamante con los restos quemados de un ser querido, no podríamos tenerlo nuevamente con nosotros. Cuando una persona muere Dios recoge su aliento de vida.
Mientras que quienes fallecieron ya no saben qué pasa en este mundo, los que aún vivimos debemos saber dos cosas: primera, es muy probable que un día vayamos a morir; segunda, tenemos una preciosa esperanza de que podremos volver a ver a nuestros seres queridos cuando Jesús venga por segunda vez y les regrese su aliento de vida. Al ser salvos tus seres queridos y tú, podrán vivir juntos en el cielo por la eternidad.
«Los que viven saben que han de morir, pero los muertos ni saben nada ni ganan nada, porque se les echa al ovido. Allí terminan su amor, su odio y sus pasiones, y nunca más vuelven a tomar parte en nada de lo que se hace en este mundo» (Eclesiastés 9:5,6)
Tomado de: Lecturas Devocionalespara Menores 2015 “Ciencia divertidapara cada día” Por: Yaqueline Tello Ayala