Experimenta: ¿Se te hace difícil obedecer alguna de sus indicaciones? Dios te ofrece ayuda. Te ama tanto que no quiere que sufras las consecuencias del pecado. Sabe que después de pecar ya nada es igual.
Dicen por ahí que después de un accidente, ya nada es igual. Es una verdad absoluta, comprobada si tú o alguien que conoces lo han sufrido. Cambia la vida de las personas. Heridas, golpes, fracturas, daños al automóvil o hasta la muerte de uno o varios de los pasajeros (y la cárcel para quien lo provocó), pueden hacer que las vidas involucradas jamás sean las mismas. También pueden quedar heridas, cicatrices y si no, al menos es una experiencia que no se olvidará durante algún tiempo. Ya nada es igual.
El pecado es, también, un horrible accidente. Después de que Adán y Eva desobedecieron en el jardín del Edén, todo cambió para ellos. Sintieron vergüenza, que nunca antes habían experimentado. Tuvieron que abandonar el hogar que Dios les había preparado especialmente. Las conversaciones con el Señor se volvieron complicadas. Hasta tuvieron que esconderse porque sintieron miedo por primera vez.
Adán tendría que esforzarse y sudar para conseguir comida; Eva sentiría dolor al tener hijos. Por primera vez sintieron sufrimiento. Esas «cicatrices» los acompañaron después de ese día y aun afectaron a sus descendientes. Por eso te digo que el pecado es un accidente y después de pecar, ya nada es igual.
Al conducir por una carretera encontramos diversas indicaciones para prevenir accidentes: «Si toma, no maneje»; «Use el cinturón de seguridad»; «No maneje cansado»; «Respete el límite de velocidad»; «No rebasar en curva»; etcétera. Pues bien, las indicaciones divinas para que el pecado no arruine nuestra vida son: «No adores a otros dioses»; «Respeta el nombre de Dios»; «No veneres imágenes»; «Guarda el sábado»; «Respeta a tus padres»; «No mates»; «No adulteres»; «No robes»; «No digas mentiras sobre tu prójimo»; «No desees lo que los demás tienen».
«Si no obedes al Señor tu dios, ni pones en práctica todos los mandamientos y leyes que te he ordenado hoy, vendrán sobre ti y te alcanzarán todas estas maldiciones» (Deuteronomio 28:15)
Tomado de: Lecturas Devocionales para Menores 2015 “Ciencia divertida para cada día” Por: Yaqueline Tello Ayala