Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo. Salmo ll9:l65
Al reflexionar en el Salmo 119:161 al 168, puedo apreciar lo que para David significaba confiar en Dios: “Príncipes me han perseguido sin causa, pero mi corazón tuvo temor de tus palabras. Me regocijo en tu palabra como el que halla muchos despojos. La mentira aborrezco y abomino; tu ley amo. Siete veces al día te alabo a causa de tus justos juicios. Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo. Tu salvación he esperado, oh Jehová, y tus mandamientos he puesto por obra. Mi alma ha guardado tus testimonios, y los he amado en gran manera. He guardado tus mandamientos y tus testimonios, porque todos mis caminos están delante de ti”.
La vida del escogido de Dios recibió constantes desafíos. En estos versos contrasta la maldad de los impíos con su propia vida dedicada a Dios. Pese a la aflicción presente, halla gran regocijo en la Palabra de Dios y manifiesta respeto y estima por su Ley.
Sus desafíos, continuos y reales, no le impiden alabar al Señor. David está anclado en la justicia divina. Confiado, expresa: “Mucha paz tienen los que aman tu ley, y no hay para ellos tropiezo”. ¡Cuánta sabiduría y seguridad! En medio de las dificultades, disfrutamos de paz, porque Dios da la cara por nosotros. Porque la Ley de Dios es el gozo de nuestro corazón, sabemos que él empuña el timón de la barca de nuestra vida. Porque su presencia es real en nosotros, tenemos serenidad en la mayor adversidad. Él pelea nuestras batallas. Así David demuestra su absoluta confianza en Dios. Él sabe que Dios honra a quienes exaltan su Ley y viven conforme a ella.
¿Qué desafíos afrontare hoy? Solo Dios los conoce. ¿Qué actitud tomaré ante ellos? ¿Permitiré que me sacudan y derrumben o haré de ellos un motivo más para alabar a Dios por su capacidad para guiarme a través de cualquier circunstancia y mantenerme incólume en medio de la prueba? Lejos de hacernos caer o desmayar, los retos ponen de manifiesto si nuestra fe tiene raíces bien profundas.
Señor, permite que los desafíos presentes me impulsen a alabarte, confiada en tu justicia y amor, para que hoy pueda disfrutar esa paz que fluye del trono de Dios.
Rhodi Alers de López
Tomado de: Lecturas devocionales para Damas 2015 “Jardines del alma” Por: Diane de Aguirre