[soundcloud id=’195842387′] Experimenta:Observa las palmas de tus manos, o las de alguien más.
Si observas las palmas de tus manos notarás que tienen características especiales, que las hacen diferentes al resto de tu cuerpo. Verás líneas marcadas; forman parte de la herencia. Se llaman pliegues de flexión palmar y Dios los puso ahí para que podarnos abrir y cerrar los puños, hacer movimientos y formas con nuestras manos, sin dañar la piel.
En esta parte del cuerpo y en las plantas de los pies, el color de la piel es más claro. Se debe a que las manos y los pies tienen una capa mucho más gruesa de piel, que impiden al sol entrar en contacto directo con los melanocitos, que producen melanina y dan color a nuestra piel.
Nuestras palmas también están llenas de terminaciones nerviosas, que nos hacen capaces de sentir todo lo que tocamos y hasta reconocer un objeto al tocarlo, sin mirarlo. Las palmas de nuestras manos son importantes, porque en cada línea podemos ver que un Dios sabio y poderoso nos creó.
¿Cómo serán las palmas de las manos de Jesús? Lo cierto es que son un buen refugio de protección cuando sentimos miedo o soledad. Cuando sientes que te enfermas, pídele que te cubra con la palma de su mano, cuide y sane. Allí encuentras el mejor escondite cuando quieres pensar a solas o descansar. Cuando te equivoques y hagas algo incorrecto, también refúgiate ahí a esperar su perdón y las fuerzas para seguir adelante. Al estar en la palma de la mano de Jesús encontrarás las cicatrices que los clavos le dejaron. Son la garantía de que entre sus manos estarás a salvo para siempre.
Si se lo pides, con gusto Cristo te guarda dentro de su puño el tiempo que sea necesario. Mientras la palma de su mano te cubra por completo, todo lo que suceda a tu alrededor será una bendición.
«Por todos lados me has rodeado; tienes puesta tu mano sobre mí» (Salmos 139:5).
Tomado de: Lecturas devocionales para Menores 2015 “Ciencia divertida para cada día” Por: Yaqueline Tello Ayala