«Todos los que están conmigo te mandan saludos. Saluda a nuestros queridos amigos en la fr. Que Dios derrame su gracia sobre todos ustedes» (Tito 3: 15)
En 1843 Sir Henry Cole tuvo una idea novedosa. Cuanto más analizaba su plan, más se convencía de llevarlo a cabo. Fue a Londres y habló con un artista llamado John C. Horsley; le pagó para que litografiara (una forma de imprimir) y luego coloreara a mano las primeras tarjetas navideñas (pidió que hiciera mil) que luego envió a sus amigos. Veinte años después, varias empresas británicas ya estaban imprimiendo tarjetas navideñas para vender al público en general.
Mientras tanto, probablemente después de haber sido inventada la primera fotocopiadora, alguna persona ahorrativa seguramente decidió: «Si tengo que pagar tanto para enviar por correo una tarjeta que dice tan poco, ¿por qué no agregarle una carta?».
Hoy en día, a pesar de Facebook y el correo electrónico, muchas personas se toman el tiempo de enviar una tarjeta o una carta a sus amigos y familiares al modo antiguo, por correo postal. Para muchas familias, esto es una tradición.
Por supuesto, en la época en que se escribió la Biblia, la única manera de poder estar en contacto con otra persona era escribiendo una carta. Cuando el apóstol Pablo estuvo en prisión en Roma, pasaba sus días escribiendo cartas a sus amigos y a la familia cristiana. Algunas de estas cartas están en el Nuevo Testamento. Imagínate cómo se debe de haber sentido Tito cuando recibió una carta de Pablo dirigida especialmente a él. Yo me imagino que la debe de haber leído muchas veces y probablemente haya terminado aprendiéndola de memoria. Tómate un tiempo para leer hoy la breve carta que Pablo le escribió a Tito. Podrás ver que le da instrucciones y ánimo para establecer una iglesia nueva. Al finalizar la carta, Pablo le dice a Tito: «Diles a nuestros amigos en la fe que les mando saludos. Deseo que Dios esté contigo». Suena como el típico mensaje que tú y yo podríamos agregar al final de una tarjeta o de una carta ¿no?
Cuando envíes una tarjeta o un texto a alguien deseándole feliz Navidad, recuerda darle ánimo y señalarle a Jesús.
Tomado de:
Lecturas devocionales
para Menores 2014
“En la cima”
Por: Kay D. Rizzo
