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¿Alguna vez has sentido que el mundo en el que hoy vivimos parece estar en caos? Las noticias solo muestran injusticias, crímenes, lujuria y alguna que otra noticia de interés común. Parece que fuera normal ver tanta maldad en las calles o en la televisión. Las películas, las novelas, las series que tratan sobre asesinatos, guerras y peleas, extrañamente son esas las que más atrapan la atención de los televidentes. Son aquellas que muestran el lado oscuro pero real del mundo, las que, sin lugar a dudas, más entretienen a la sociedad. Curioso que nos deleitemos en apreciar las maneras en las que el mundo se destruye mientras Dios está buscando la manera de salvarnos.
Alguna vez escuche que los que se dedican a la profesión de la medicina, después de años de trabajo, de vivir en medio de las emergencias, recibir heridos, verse cara a cara, día a día con la muerte, llegan a un punto en el que se vuelven un poco “insensibles” a ciertas situaciones, se acostumbran a vivir rodeados del dolor de las personas a tal punto que, ver a alguien sufriendo se convierte en algo normal y su reacción en muchos momentos es como si fueran de sangre fría.
¿Sabes cuántos años han pasado desde aquel día en el Edén cuando Adán y Eva tomaron el fruto prohibido? ¿Te has imaginado cuántas cosas horribles han sucedido durante todos estos años desde aquel triste día hasta hoy?
Muchas, tantas que tener memoria de todas ellas podría llevarnos a la locura; no hay manera de que yo sepa cuál es tu edad pero de algo estoy segura y es que no importa si tienes muchos o pocos años, seguramente has tenido que pasar noches difíciles, seguramente has tenido que llorar más de una vez, probablemente más veces que la mayoría de las personas que te rodean, y quizá has llegado a pensar que en medio de este mundo lleno de dolor y de injusticias Dios se ha vuelto insensible.
Quizá sabes qué puede ayudarte así como un médico puede ayudar a un paciente, pero crees que después de tanto tiempo de ver dolor y pecado en el mundo, Dios no se conmueve de tus tristezas, no siente tus dolores, crees que no comparte tus lágrimas ni vive tus más profundas luchas. Pero Dios, quien te creó desde el vientre de tu madre, llora hoy junto a ti y sufre contigo como si fueras la primera hoja en morir en el Edén, como si fueras la única persona que alguna vez haya existido, y sufre no porque no pueda ayudarte, no porque él no tenga el poder para solucionar tu problema. Sufre y llora contigo porque te ama eterna y profundamente.
No importa lo que esté pasando en tu vida hoy, es un día para ver a los ojos a un Dios cuyo corazón nunca será insensible a tu dolor, levanta tu mirada y descansa en el hombro de aquel que por ti su vida dio.
“Jesús entonces, al verla llorando, y a los judíos que la acompañaban, también llorando, se estremeció en espíritu y se conmovió. Y dijo: ¿dónde le pusisteis? Le dijeron: Señor, ven y ve. Y Jesús Lloro” Juan 11: 33-35.
Palabras al Corazón
Escrito por: Jazmin Barros Navarro
Narrado por : Jazmin Barros Navarro