LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA:Santiago 5:1-6; Salmo 73:319 ; 1 Samuel 25:2-11; Levítico 19:13; Lucas 16:19-31; Mateo 5:39.
PARA MEMORIZAR:
“Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mat. 6:21).
LA POPULARIDAD DE PROGRAMAS DE TELEVISIÓN como “¿Quién quiere ser un millonario?”, o similares, sugiere que muchos gozan con la fantasía de pasar de pobres a ricos, y tal vez esperan que eso les suceda.
Pero la riqueza no es todo lo que mucha gente cree. Hay estudios que sugieren que los ingresos crecientes siguen la ley de resultados decrecientes: más allá de vivir con comodidad, más posesiones no compran más felicidad. Relaciones apropiadas, satisfacción con el trabajo y una vida con propósito contribuyen más a la felicidad que la riqueza. Las cosas mejores son gratuitas, tales como palabras amables, una sonrisa, un oído que escucha, actos bondadosos, aceptación, respeto, un toque de simpatía y una amistad genuina.
Aún más preciosos son los dones de Dios: fe, esperanza, sabiduría, amor, contentamiento, y muchas otras bendiciones que vienen con la presencia del Espíritu Santo en nuestra vida. La ironía es que, aunque estamos de acuerdo con estos sentimientos, la vida diaria sugiere que a menudo el egoísmo manda. Como veremos, la avaricia es un gran error, lleno de consecuencias terribles.
Lección de Escuela Sabática Adventista para Adultos
4to trimestre 2014 “La epístola de Santiago”
Lecc. 10 ¡Llorad y aullad!