Matinal Para Damas 2014 Para el: 24 agosto
“En paz me acostaré, y asimismo dormiré; Porque solo tú, Jehová, me haces vivir confiado.” Salmo 4:8
Mi clase de Escuela Sabática era la de la “tercera edad”, la edad de oro y de la experiencia. Cada lección se tornaba diferente y única porque los ancianos siempre tenían algo para compartir. Me gustaba hacer preguntas y dejarlos hablar. Un sábado de mañana, uno de ellos se estaba quejando de su soledad y tristeza; y una ancianita muy misionera y especial que vivía sola, tristemente algo muy común en nuestros días, contó su experiencia.
“En las noches frías, cuando está lloviendo, cierro las puertas y ventanas, hago mi oración y me voy a la cama. Me abrigo bien, sin calentarme antes. Estoy sola oyendo caer la lluvia y escuchando los truenos y la tormenta. Me da mucho miedo. En esas noches largas de soledad y recuerdos, cuando me intranquilizan los ruidos y el temor, oro y en mi oración invito a Jesús a venir a mi casa y quedarse conmigo. Le pido que se acerque a mi cama, me consuele y me cuide. Le cuento mis aflicciones porque sé que me escucha y está a mi lado. Le pido que me abrace, porque con él no me siento sola. Y el Señor Jesús viene y me abraza, me arrulla entre sus brazos fuertes y poderosos y me siento segura. Orando se me quita el miedo y siento el calor de su amor. Con la seguridad de su compañía y de su abrazo me recuesto en su pecho, como una niña con su papá, y me quedo dormida. Su santa presencia me da tranquilidad. Amanezco dando gracias a Dios porque no estoy sola y siento su amor como la luz del sol del nuevo día”.
Ese día, todos quedamos callados para escucharla. Su testimonio tocó mi corazón y cada vez que lo recuerdo me emociono hasta las lágrimas. ¡Qué hermosa relación desarrolló esa anciana con el Señor!
¿Qué relación tengo yo con Cristo? ¿Tengo la confianza y la seguridad de que vendrá a cuidarme para que pueda dormir en paz? ¿Estoy segura de que mis miedos y aflicciones se alejarán por el poder de su amor y su Santo Espíritu?
Querida amiga, ¿cómo es tu relación con el Señor? ¿Te comunicas directamente con él en oración? ¿Sientes que viene a protegerte cuando estás en peligro o necesidad? El está siempre a la distancia de una oración. Solo espera que lo llamemos.
Ana Luz Barrientos, Estados Unidos
Tomado de:
Lecturas devocionales para Damas 2014
“De mujer a mujer”
Por: Pilar Calle de Hengen
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